MI VERANO CON IRENE

Este segundo largometraje de Carlo Sironi tras Sole (Premio Discovery en los European Film Awards) sigue a dos chicas de 17 años en la Italia de los 90 que, tras coincidir en un campamento para jóvenes en tratamiento de cáncer, huyen juntas a la isla de Favignana, en Sicilia. Mientras se relajan bajo el sol mediterráneo y juegan a permitirse ser aún inmaduras, reciben las primeras impresiones de una vida sin —cuidados— paliativos. Imbuida de la sensibilidad estival de Rohmer o Guadagnino, esta película leve y meditativa plasma ese deseo de cosas imposibles al que cantaban The Cure, entre la fragilidad y la liberación, a través de las miradas de Noée Abita (Los pasajeros de la noche) y Maria Camilla Brandenburg (una revelación). Ellas encarnan un momento de la vida en fuga que pone la piel de gallina: cuando, a fuerza de carpe diem, nos creímos inmortales.