Una de las sensaciones de Venecia, donde obtuvo el León del Futuro como mejor ópera prima. La cineasta de origen ruso Nastia Korkia evoca un verano de su infancia en la dacha de sus abuelos, con el telón de fondo de la guerra en Chechenia, en una obra sensible y visualmente apabullante sobre el tiempo detenido: el estival, cuando se es niña, y el de la muerte. El rumor de una guerra que se pretende lejana se infiltra entre juegos y trivialidades, contaminando el aire de amenazas insinuadas, tragedias susurradas que hablan de la necesidad de dar la espalda a lo atroz. Un esmerado trabajo con el sonido y el claroscuro moldea este diario impresionista a través de los sentidos de Katia, chica replegada en sí misma en medio de una crisis familiar. El lirismo y la crudeza del contexto traen a la conciencia todo aquello que puede desaparecer de un momento a otro.