Dos tiesos cincuentones acodados en la barra bajo la doctrina de que todas sean la penúltima conocen a un estudiante de arquitectura a la deriva (Filippo Scotti, mejor actor emergente en Venecia por 'Fue la mano de Dios'). El encuentro desembocará en un caótico viaje por la llanura veneciana, paisaje rural fragmentado y transformado que representa esa tierra de nadie del trío protagonista: dos generaciones perdidas y desfasadas a las que el sistema expulsa. En tal contexto, los consejos estilo compadre y la amistad de borrachera harán que el apocado joven se plantee rediseñar los planos de su futuro. En su segunda película, agridulce y orgullosamente nostálgica, Francesco Sossai retrata la tierra de sus orígenes, hoy arruinada, a través de encrucijadas universales. De la comedia al drama hay apenas un giro, una copa, en este bromance donde se nota la influencia de 'Los inútiles' y el primer Jarmusch.