En paralelo pero en cierta manera hermanadas. Distintas en forma pero convergentes en espíritu. Cada imagen se convierten en un acto de preservación. La memoria se convierte en su territorio, y cada secuencia es una batalla contra el olvido.
Más que centrarse únicamente en la pérdida, 'Life After Siham' se adentra en los vínculos entre generaciones, mostrando cómo el arte puede convertirse en un camino de sanación. El director, Namir Abdel Messeeh, convierte su duelo por la muerte de su madre, Siham, en una narración profundamente personal que, al mismo tiempo, resuena con temas universales como el recuerdo.
“No fue un proyecto al uso, fue un deseo de hacerlo. Y he seguido mis deseos. Trabajo con mi intuición. Encontrar el significado es lo último. Estamos buscando la película, no creando. Hay una película ahí que pide que la encontremos”
Una herramienta de introspección, ejemplificando cómo el cine puede funcionar como terapia visual y medio de autoexploración. Su estilo híbrido ofrece múltiples capas de lectura, tanto estética como temática, que invitan al espectador a sumergirse en una experiencia emocionalmente reflexiva.
“Yo antes trabajaba en cine de ficción, y me di cuenta de que me estaba perdiendo el disfrutar de los actores. Tuve una gran crisis. No pensé en qué quería contar, sino a quién quería grabar. Grabar es amar. Mis películas nacen en el montaje. Es como trabajo en todas películas. No sé de qué va hasta que no llego a ese momento del proceso. Incluso una vez terminada me pregunto de qué va”.
El testimonio que nos presentan Anthea Kennedy & Ian Wiblin, 'Alarm Notes', arranca con el incendio del Reichstag en 1933. Tras el exilio a Gran Bretaña de Ludwig Koch, la cámara sigue sus pasos mientras registra el canto de los pájaros y los sonidos del paisaje. La naturaleza, los ecos y la luz de los lugares se convierten en coprotagonistas de la historia.
El estilo visual mezcla archivos históricos, planos actuales de los escenarios, grabaciones originales de Koch y registros contemporáneos de la naturaleza. El montaje juega con esos elementos entrelazando pasado y presente en un diálogo continuo. “La voz en off la grabamos al final del proceso. Montamos las imágenes sin voz y luego escribimos el texto de narración.” Más que una biografía, es una meditación cinematográfica, cuyo proceso de documentación les llevó desde Londres a Berlín, construyendo la historia en base a ello.
“También es una película familiar, porque Ludwig era el abuelo de Anthea”.
Y es que, probablemente, cada historia de familia merece su película en un catálogo. En qué género, no entramos.
Texto de © Beatriz Rodríguez Ruiz
