Marta Medina en e rodaje

MARTA MEDINA Y ENRIQUE LÓPEZ LAVIGNE, DIRECTORES DE EL ÚLTIMO ARREBATO: “IVÁN TRABAJABA EN LA NOCHE, SU OSCURIDAD NOS ENSEÑA SOBRE NOSOTROS MISMOS”

 

Ella es crítica de cine, periodista cinematográfica y guionista. Él es productor y director de cine. Juntos han rodado El último arrebato, una película sobre la vida y obra de Iván Zulueta, el director maldito de nuestro cine. Siendo uno de los máximos exponentes de la Movida Madrileña, Zulueta dedicó su último largometraje a la perdida de uno mismo en el proceso creativo.  Después de 26 años, Marta Medina y Enrique López Lavigne hacen un ejercicio de memoria fusionando ficción y documental, el cual diseccionaremos en esta entrevista.

¿De dónde nace la idea de hacer este proyecto?

Enrique: Me gustaría tirarme el pisto y decir que está pensada desde la obsesión, pero no. Es una sucesión de circunstancias accidentales que nos llevaron, en la época del        Covid-19, a plantearnos rodar esta película sobre un director que nos encanta. Los derechos del film Arrebato (1979) pertenecían a un señor que vive en una residencia de ancianos al lado de mi casa, mientras que Villa Aloha -la vivienda familiar de la familia Zulueta- fue vendida en ese momento y pudimos rescatar varias cajas. Dichas arcas estaban repletas de contenido inédito de Iván Zulueta, por lo que fue imposible no asomarnos a este proyecto. Fuimos los primeros en ver ese material, en filmoteca y compartiéndolo con la gente que había estado presente en ese tiempo. Ahí conocimos a todos aquellos que compartieron vida con Iván y decidimos iniciar la grabación de una manera totalmente libre e independiente.

¿Cómo fue esa primera toma de contacto con el material inédito recién descubierto?

Marta: Hay una parte que nos provocó cierto pudor, ya que no son imágenes creadas para que se vean. Son grabaciones caseras, vídeos familiares del Día de Reyes, cumpleaños o celebraciones personales. Era una generación que, a diferencia de la actual, tenía mucho más diferenciado el concepto de público del privado; ahora esa frontera se ha diluido mucho por las redes sociales.

Enrique: Hoy día lo enseñamos todo, en aquel entonces no se enseñaba nada. Todas las grabaciones eran de uso privado. Hemos visto a Zulueta realizando un corto que, en ningún momento, fue pensado para enseñarse más allá de su círculo personal.

Marta: Pese a la vergüenza de ver cierto contenido, pudimos observar todos sus bocetos. Formaban parte del laboratorio de experimentación del que se habla en la película; podíamos ver, años antes, a Iván Zulueta grabándose a sí mismo desde el mismo tiro de cámara con el que se retrata al actor Will More en Arrebato.

Profundizando en todo el material que teníais entre manos, ¿qué sentisteis al ver todas esas fotografías que os mostró el íntimo amigo de Iván, Jaime Chávarri?

Enrique: Chávarri nos acogió en su casa, después de decirnos que no quería hacer una entrevista, sino un documental sobre la obra de su amigo Iván. La secuencia de la película en la cual se abre su arcón fue grabada en tiempo real. Él llevaba 60 años sin ver esas fotos, nosotros no sabíamos siquiera de su existencia. Es impresionante, nos dimos cuenta de que hay toda una generación que ha compilado material sin saber dónde.

Marta: Vimos muchas más fotos de las mostradas en la cinta. Pudimos ver un grupo de gente en su máxima intimidad. Había muchas fotos de vacaciones, de desnudos o de ambientes de fiesta.

Durante el proceso de rodaje os habéis encontrado con diversos problemas de todo tipo. ¿Cómo de complicado ha sido el proceso de grabación al completo y cómo de satisfechos estáis con el resultado final?

Enrique: Durante la proyección en el Festival de Cine de Valladolid, Nicolás Astiarraga -productor de Arrebato- viajó en coche sin decirle nada a nadie para ver nuestra película y saber qué estábamos haciendo. De alguna manera, todos los que participaron en dicha cinta siguen vinculados a Arrebato a pesar de los 45 años que han pasado. Nos pareció muy bonito.

Marta: Tuvimos una infinidad de problemas que se fueron solucionando por sí solos conforme profundizábamos en la historia. No podíamos encontrar nada de información acerca de Rosa Crespo -la actriz que interpreta a una vampira en Arrebato- hasta que charlamos con Chávarri. Él nos contó que fue su novia en aquella época; hubiese sido imposible obtener esa información por nosotros solos. Hubo varios círculos de misterio que se abrieron y se cerraron durante el rodaje. La grabación fue un poco Sísifo, empujábamos una piedra que constantemente se volvía a caer.

Enrique: Los montadores, que estaban en Barcelona, decidieron optar por decisiones totalmente brillantes sin consultarnos nada. Las películas se forman en guion, rodaje y montaje, pero esto ha sido diferente. En las más de 70 películas que he hecho, ha sido uno de los procesos de realización más salvajes y brutales que he tenido. Ha sido un viaje caótico, intenso, muy creativo. Este rodaje nos ha obligado a todos a adaptarnos a las circunstancias.

Las secuencias con Eusebio Poncela han sido emotivas a la par que divertidas. Desafortunadamente, ya no se encuentra entre nosotros. ¿Cómo ha sido trabajar con él y qué recuerdo le guardáis?

Enrique: Sabíamos que era la persona más complicada de convencer. Él no quería saber nada de Arrebato, no le gustaba verse en pantalla. Era totalmente indomable. Yo le conocí en Intacto (2001), una de mis primeras películas como productor. Le vi como siempre, no noté ningún tipo de deterioro en él. Sabía perfectamente que participó en nuestra película por hacerme un favor. Estaba incómodo, no quería hablar del pasado.

Si pudieseis describir tanto Arrebato como a Zulueta con una sola palabra, ¿cuál sería?

Marta: Enigma. Por mucho que tires del hilo de su vida, solo encuentras más preguntas.

Enrique: Oscuridad o creatividad. Ambas están relacionadas, ya que Iván trabajaba en la noche, su oscuridad nos enseña sobre nosotros mismos.

Julio Olmo