La cineasta italiana Laura Samani, que ya estuvo presente en el Festival de Sevilla con Piccolo Corpo en 2021, repite en esta edición presentando Un anno di scuola, una historia sobre una joven sueca que termina su último año de formación profesional en un instituto técnico de la ciudad italiana de Trieste, donde es la única chica en una clase en la que sólo hay chicos. Rápidamente, Fred, nuestra protagonista interpretada por Stella Wendick, se convierte en el centro de todas las miradas y en el blanco de todas las bromas pesadas.
Es innegable que Samani es una gran directora con gran ojo para elegir su equipo, porque la integración de la fotografía, la banda sonora y el montaje se complementan de una manera óptima y ofrecen una estética preciosa y bien cuidada a la película. Además, cabe destacar la impecable actuación de un elenco joven y novel que, pese a su inexperiencia, da vida al cuarteto protagonista de una manera muy realista, natural y lograda.
Esta historia, coescrita por Laura Samani y Elisa Dond, consigue transmitir a la perfección la sensación de ser “la nueva” y llamar la atención por ello, así como la dinámica entre los alumnos y sus reacciones hacia su nueva compañera. Asimismo, es interesante la manera en que refleja cómo integrar a Fred en el grupo y pasar a verla como “uno más” la convierte, para ellos, en una persona real, alejada del estereotipo de “la chica” que ven al principio. Pasan de verla como un sujeto de deseo a verla como un sujeto completo, complejo e independiente.
Aun así, tanto antes de conocerla como en el momento en que empieza a haber conflictos personales entre ellos, se hace evidente el componente de género en el acoso que sufre Fred. Y es que este choque entre lo femenino y lo masculino, que la propia directora ha comentado en alguno de los encuentros durante el Festival de Sevilla, está muy presente a lo largo de toda la trama de la película y la alejan del drama estereotípico sobre el bullying escolar.
Un conflicto, sin embargo, que no consigue expresarse de la mejor manera. La película refuerza el cliché problemático de que las amistades entre hombres y mujeres inevitablemente son conflictivas y acaban en resentimiento, celos y rechazo. En lugar de desarrollar un vínculo más orgánico entre los personajes—por ejemplo, explorando más en profundidad el tema del duelo y la pérdida que tienen en común Fred y Pasini (interpretado por Pietro Giustolisi), creando mayor cercanía emocional—acabamos encontrando una situación forzada en la que toda la justificación del enamoramiento es el género de la protagonista.
No es que Dond y Samani no sepan retratar este amor adolescente desde su nacimiento en los pequeños gestos cotidianos, porque sí lo hacen y de manera encantadora con Fred y Antero (Giacomo Covi). Simplemente parece la incorporación de un conflicto fácil para forzar el clímax dramático.
Del mismo modo, y aunque es evidente que se intenta transmitir un mensaje de fortaleza y resiliencia ante lo incontrolable del mundo que nos rodea, el hecho de que ninguno de los acosadores sufra consecuencias por sus actos deja un sabor agridulce al film. Que la respuesta a situaciones como forzar a la protagonista a caminar desnuda por la calle sea “no te dejes achantar porque tú eres más fuerte” lanza un mensaje que pone toda la responsabilidad sobre la víctima y, al mismo tiempo, da impunidad a los agresores.
En suma, nos encontramos con una película entretenida, de gran calidad técnica, con una fotografía preciosa y algunos temas interesantes que las interpretaciones de los actores convierten en situaciones emocionantes y conmovedoras. Sin embargo, resolver el conflicto principal de la película de una manera más rotunda y realista aportaría gran profundidad a la obra y cerraría con broche de oro una historia con un gran potencial.
Laura Liñán Jaén
