La directora Marina Seresesky llega al Festival de Sevilla para presentar su nueva película: Sin instrucciones, interpretada por Paco León y Maia Zaitegi. La cineasta argentina ha recorrido una larga trayectoria profesional no sólo dirigiendo, sino ejerciendo como guionista, productora o incluso actriz. Así, a lo largo de su carrera se ha coronado con prestigiosos premios por La boda o La puerta abierta (con Carmen Machi), entre otros.
¿Por qué se escogió Bilbao como escenario principal de la película?
Tenía que haber dos polos opuestos, que es de donde sale el personaje, que es Canarias, con el calor, y llegar a un contraste muy grande, que era Bilbao, donde llovía. Cambiaba completamente de la playa a un lugar más urbano.
¿Está inspirada en alguna historia real?
Esta historia es ficticia. Procede de una adaptación de una película mexicana y el guion está escrito por Marta Sánchez e Irene Niubó. Aunque es totalmente ficticia, seguramente hay algo que se le parezca porque está muy cercana a la realidad, pero es una ficción.
¿Cómo ha sido la relación entre Paco y Maia durante el rodaje?
Ha sido maravillosa, un sueño de esos que dices ¡ojalá suceda!, pero cuando ocurre de verdad es milagroso para la cámara y para mí como directora también. Fue muy bonito estar en primera fila viendo cómo se entendían, la química que tenían y cómo podían engrandecer la historia solamente con crear esa relación entre ellos.
¿Cómo piensa que puede ayudar a otra gente esta película?
A reflexionar que realmente ser padre o madre no viene con un libro de instrucciones y que el amor es lo único que puede ayudar a que la relación crezca. Después, uno hace lo que puede, que es la realidad de todos los padres y madres: hacemos lo que podemos. Pero fortalecer el amor y ser muy cuidadosos el uno con el otro es lo más importante. Entonces yo creo que esta película puede representar a mucha gente que no sabe si lo está haciendo bien o mal, pero sabe que lo está dando todo.
¿Cree que el film puede ayudar también al público a reflexionar y romper con estereotipos racistas?
Aquí, el personaje de Paco León crea una nueva familia, multicultural absolutamente, pero no porque queramos ser políticamente correctos, sino porque en las ciudades vivimos gente de todos lados, incluida yo, que no soy de aquí. Por tanto, eso tiene que estar reflejado en la vida y en el cine. También es importante ver cómo la familia africana acoge a Leo. Me parece muy bonito eso, que se le dé la vuelta. No hay una sola manera de ser africano, ni de ser nada. Hay muchas maneras de ser todo. En este caso, la familia africana lo acoge a él y le da sustento de todo tipo, no solamente alimenticio, sino también emocional, que le ayuda a avanzar en la película.
¿Cómo ha sido el trabajo con la bebé?
Con las “bebitas” fue complicado. Eran dos mellizas y comen, cagan, duermen. Necesitan todos esos tiempos y hay que dárselos, y ser respetuosos con esto. Es como estar trabajando con una bomba a punto de estallar. Es difícil también para los actores, que necesitan estar muy presentes ahí y darlo todo en el momento en el que la “bebita” está disponible. Eso sí, fue divertido el proceso. Al principio, las primeras secuencias con Paco fueron como: ¿quién es este señor que me coge y me habla? Pero con el paso de los días, Paco se convirtió en alguien fundamental para ellas.
¿Cómo sentisteis todo el equipo la acogida que tuvo la película en el Cartuja Center del Festival de Sevilla?
La acogida fue increíble para nosotros porque es la primera vez que venimos a este certamen. No sabemos jamás cómo va a reaccionar el público. Una se lo espera, tiene en la cabeza dónde se puede reír o donde se puede emocionar, pero nunca se sabe con certeza. La verdad es que fue bien bonito ver a la gente saliendo tan emocionada. Lo vimos además en un lugar especial: una pantalla enorme, con un sonido increíble. Eso ayuda a que uno se relaje mucho y pueda disfrutar con los espectadores. Ojalá que no sea solo aquí en Sevilla, porque sabemos que es un público muy entregado, y que suceda en todas partes, porque se estrena en Navidades, cuando la gente está muy sensible.
María Martín Benítez
