Por Marina Selene Rojo Pérez.
Felipe, la ópera prima de Federico Schmukler, ha sido la encargada de dar el pistoletazo de salida en esta 20º edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla. El director argentino se estrena en el largometraje con un coming of age que indaga en la odisea vital de un adolescente que se ve envuelto por la crisis argentina de 2001. Fruto del azar, los agitados ecos sociopolíticos que envuelven la vida de este protagonista parecen haber regresado a la actual situación coincidiendo precisamente con el estreno del filme. Una historia que se repite y ante la que Schmukler nos cuenta que únicamente queda mantener «la esperanza como buen argentino».
- Felipe ha inaugurado con su estreno mundial esta edición del Festival de Sevilla. ¿Cómo ha sido el recibimiento? ¿Qué sensaciones habéis tenido?
- Bastante bien. Es mi primera vez en Sevilla. He estado en España visitando otros festivales y me sorprendió gratamente este. A pesar de sus problemas de organización, que soy consciente que los tuvo, me parece que hicieron todo lo posible para coordinarlo todo correctamente y nos sentimos muy bien.
- Firmas como director, pero también eres guionista del filme. ¿De dónde nace el germen de la película?
- Surge en 2017: hubo una revuelta al frente del Senado en Argentina, justamente por el tema de las jubilaciones, y se produjo un enfrentamiento con la policía. Esa represión me recordó mucho a la que vivimos en 2001. Yo justo estaba buscando qué contar con mi primera película. Había realizado tres cortometrajes y estaba tratando de encontrar en ese periodo cómo saltar al largo. Quería que fuera una decisión tomada de forma muy consciente y tras este episodio del 2017 me decidí a escribir Felipe y tomar un punto de vista que naciera a partir de mis recuerdos a los 13 años.
- ¿Qué porcentaje de ficción y autobiografía hay en la película?
- Gran parte es autobiográfica: un 80-90 por ciento. El resto es ficción, por recursos narrativos para hacer avanzar la historia. Obviamente a mí me ayudó bastante mi contexto para encontrar las diferencias que vemos entre Buenos Aires y Córdoba. Pero sí, es súper autobiográfica.
- En tus cortometrajes anteriores se observan elementos comunes con Felipe. Particularmente esos protagonistas jóvenes en una huida constante de la realidad convulsa que les rodea. ¿Qué te interesa tanto de ese tipo de historias?
- Ahora estoy escribiendo cosas completamente diferentes entonces supongo que va por etapas. Hoy tengo 32 años y me parece que cuando escribí esto me remitía tal vez a una época en la que me aquejaban estos conflictos. Hoy veo las cosas que he hecho y no las siento tan identificativas. Son cuestiones que responden a mi vida según las voy sintiendo. Hace unos años me interesaban mucho los coming of age porque tal vez necesitaba extirpar algún tipo de soledad que hubiera experimentado de chico. Cuando uno trata de escribir o de crear algo es muy difícil abstraerse de uno mismo. En vez de renegar de eso lo terminé adoptando.
- Son historias que se crean dentro de uno mismo.
- Hay como esta onda documental que tiene la ficción que yo hago. Todo parte casi siempre de una anécdota o historia real porque creo que eso le da alma. O porque, no sé, tal vez no soy tan creativo [risas]. Pero bueno, esa es mi forma.
- En relación con esto, vemos que Felipe está rodeado de diversas mujeres independientes que intentan salir adelante y sobrevivir como sea y, de hecho, al final también le dedicas la película a tu abuela ¿Fue un homenaje a las mujeres de tu vida?
- Me preguntaron en el coloquio posterior a la proyección si la construcción de estos personajes fue una proposición o si había salido directamente de mí. Ni siquiera lo pensé así. Fue completamente natural. O sea, mi vida estuvo rodeada de ese tipo de mujeres. De esa madre presente, luchadora, que avanzaba con sus aciertos y sus desaciertos.
- Han pasado más de dos décadas desde la crisis argentina de 2001 que muestras y parece que la situación socioeconómica ha seguido una espiral muy similar, que culmina con la reciente elección del actual presidente. Podríamos imaginar a un Felipe 22 años más joven que tu protagonista y que estaría viviendo la misma situación. ¿Crees que su historia sería muy diferente a la que tú has contado?
- No lo sé. No voy a hacer futurología, pero este momento tan convulso en Argentina remite mucho a esa época. Yo realmente espero que no lleguemos a 2001, donde hubo muertos y represión. Hay muchas similitudes, ¿no? En aquella época era diferente porque el Gobierno no era de derecha, sino que era una alianza, tal vez en contra del peronismo. ¿Y ahora? Ahora sí es de ultraderecha y liberal, como se autoproclama Milei. Vamos a ver qué pasa.
- ¿Cómo ves el futuro de la cultura y, sobre todo, del cine en Argentina?
Pinta negro, ¿qué quieres que te diga? Todo lo que se prometió en campaña y todo lo que augura la elección de este nuevo presidente son privatizaciones y cierres de fondos públicos y ayudas porque la cultura no se considera esencial. Es solamente esperar que no suceda completamente.
- Durante el festival has hecho referencia varias veces a dos palabras en relación al futuro: miedo y esperanza.
Esperanza siempre, como buen argentino. Crecemos con miedo, pero no un miedo a que te maten. Es más bien una incertidumbre. No saber qué va a pasar mañana. No tienes una seguridad a la que agarrarte. Y eso es muy cansador, pero nosotros lo naturalizamos y vivimos así, un poco mirando por encima del hombro, pero ¿qué tiene Argentina? Tiene cotidianidad. Tiene eso mismo que viste de Córdoba en la película. De ir a la cancha, tener una amistad, una familia, un calor… todo aquello que tiene Felipe.