¿Has tenido alguna influencia de las nuevas corrientes neopaganas a la hora de concebir tu película?
La idea de la que partí era la de una chica cuya vida cambia por el embarazo de su hermana y entonces no sabe cómo sentirse al respecto. Por lo que me gustaba jugar con la idea de que ella estaba intentando entender si está celosa o si este hecho puede ser algo bueno para ella. Pero que también podía sentir que había algo más peligroso, así que llegué a la idea de que ella lleva en su interior un poder que está fuera de su control y que no puede saber si esta fuerza va hacia el bien o hacia el mal. Así que esa fue la inspiración original. Entonces durante mi investigación sobre los filipinos, encontré su relación con la sanación y esta fuerte tradición de curanderos. Estos sanadores eran considerados agentes de Dios, otros eran tomados por practicantes de vudú, como curanderos. Es un tema muy controvertido. Entonces, me gustaba la idea de que Emy (Abigael Loma) tuviera estos poderes, pero que ella no supiera cómo llamarlos, ni que supiera si lo puede usar para hacer el bien o para hacer el mal. Así es como los elementos de género han trepado en la película. El neopaganismo no fue tanto una inspiración, yo estaba interesada en la idea de la iglesia como un grupo al que podemos pertenecer aunque no lo aceptemos al completo. Aunque esté muy pegado a nuestra identidad.
¿Cómo ha sido tu relación personal con la religión? ¿Se ve reflejada en la película?
Según la religión oficial de mi país yo sería ortodoxa, pero mi familia nunca ha tenido la costumbre de ir a la iglesia. Sin embargo, siempre me he sentido atraída por lo espiritual, por las diferentes creencias y cómo las religiones conviven en el mismo universo y se hacen preguntas parecidas. Me interesaba la sanación y la relación con el cuerpo desde la fe.
El dualismo entre religión pagana y cristianismo es constante.
Sí, me interesaba el contexto de Emy, su experiencia entre los dos universos distintos con los que convive: el filipino y el griego. Ella está intentando definirse a través de esto, por lo que a veces tiene visiones de símbolos cristianos y otras veces tiene referencias paganas. Pero lo que yo quería es que Emy fuera un poco inclasificable, no se la puede catalogar. Es una experiencia única. Ella en una escena le pregunta a su mentor, Luis (Manuel Aquino), por lo que le ha dicho su hermana: que el diablo también puede curar. Y él dice: no creo que haya ningún dios o diablo, “solo estamos nosotros” le contesta. Y me gusta que ella esté haciendo malabarismos con estas preguntas
También hay una mezcla de géneros muy interesante. Tratas temas de cine social con elementos fantásticos.
Sí, quería que las líneas entre fantasía y realidad estuvieran muy difuminadas. Que estos milagros pudieran ser reales. Me gustaba la idea de que lo que experimenta Emy no estuviera solo en su mente. Hay mucha gente que cree en el poder de las auras. Yo trabajé con esta idea, pero haciéndola más tangible. Por lo que en la película tanteo con el realismo social y esta realidad fantástica.
Esta fantasía se introduce sobre todo por la atmósfera creada por el sonido.
Exacto. El sonido es algo que trabajé mucho con los músicos que compusieron la banda sonora, Oiseaux-Tempête, una banda francesa. Discutimos cómo usar los elementos del film como el mar, los líquidos… y queríamos integrarlos en los instrumentos. Mi diseñador de sonido y yo tratamos de crear esos paisajes sonoros que estuvieron inspirados por las localizaciones reales. Queríamos un sonido que saliera de la historia. Y de las experiencias de Emy, para que las cosas se sintieran realistas pero distorsionadas por las experiencias de la protagonista y por la mirada de otros personajes
Esta es la primera película de Abigael, y ella no es actriz. ¿Cómo fue trabajar en el guion para una actriz no profesional?
Yo tenía el guion escrito antes de conocerla. Tuvimos un largo periodo de ensayos, y muchos diálogos cambiaron en este proceso. Pero Abigael nunca leyó el guion, así que ella no conocía exactamente el arco de su personaje, porque quería que no se adelantara a la historia. Que no actuara basándose en lo que fuera a pasar en el resto de la película, esta fue una manera de que ella viviera muy en el presente de la historia y fui capaz de adaptar el guion a sus instintos, los que salieron en el ensayo. El resto de actores leyeron el guion completo, pero también aportaron sus ideas para crear sus personajes.
¿Qué películas o trabajos te han inspirado para hacer esta película?
Inicialmente, el relato corto Pregnancy Diary de Yoko Ogawa. Trata de una chica que se queda embarazada y su hermana observa de cerca el embarazo. Esa fue la inspiración original. Otra película que me intriga cinematográficamente es Tenemos que hablar de Kevin (2011), porque me gusta la forma en la que esta madre estaba aterrorizada por la idea de lo que su hijo pudiera ser y esta fue una inspiración para representar cómo los demás personajes ven a Emy. Otra influencia clara es El quimérico inquilino (1976) de Roman Polanski, porque me gustan estos espacios cerrados en comunidades pequeñas y en los que las personas se pueden ver desde las ventanas. Yo misma vivo en un apartamento que tiene esta atmósfera: te observan desde fuera y de todas partes. Y la última influencia es La palabra (1955), de Dreyer, porque es una película que termina con un milagro y siempre me ha gustado la idea de enfrentarse a un prodigio y creo que el cine es un medio perfecto para explorar esto. Además, siempre he querido hacer una película sobre un milagro.
Amaia Zufiaur