El responsable de este drama viajó por primera vez a Cuba en 2005 para estudiar en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños. De inmediato sintió la necesidad de retratar la vida cotidiana de su gente, “inmersa en la precariedad y guiada por el instinto de supervivencia y el ingenio, pero también empoderada por un sentido único de comunidad y familia”. El resultado de ese ímpetu es la historia de un hombre que regresa a La Habana tras cumplir una condena de cárcel. La ciudad que conoció se ha abierto al capitalismo y el turismo sexual. Pronto se hallará en la encrucijada entre enfrentarse a la dura realidad de su tierra —condicionado por la santísima trinidad del arraigo: la lealtad, la amistad y el amor— o lanzarse en una balsa a un futuro incierto.