Tengo la sabiduría del condenado a muerte. No hay nada que me posea. Estas palabras del palestino Mahmud Darwish, el más grande poeta de la lengua árabe, definen fielmente el espíritu de las presencias que habitan las películas de la Sección Oficial. Se trata de criaturas inconformistas, kamikazes en ocasiones, abocadas a existencias tortuosas por su carácter desafiante. En su paso por el presente o el pasado, son testigos de las mutaciones de unos territorios de identidades híbridas. Su única guía es el instinto. Su aliento surge de pulsiones salvajes.
El caballero Bořek, figura central de LITTLE CRUSADER, camina con paso firme hacia ninguna parte. Václav Kadrnka propone la historia de un padre (interpretado con carismática contención por Karel Roden) que busca exasperadamente a su hijo, un niño enajenado por la Guerra Santa en la Chequia medieval. El cineasta edifica una odisea fascinante e insólita. Da la vuelta a la perspectiva habitual –mirar con los ojos de la infancia– para centrarse en la fragilidad de un adulto aparentemente inquebrantable que no se resigna a aceptar la posibilidad de perder su vínculo esencial.
Recuperar al hijo perdido y con ello recobrar la inocencia erosionada, ese es también el objetivo del protagonista de BRIGHT NIGHTS, relato de un reencuentro paternofilial en el que Thomas Arslan despliega de nuevo su maestría para reflejar acercamientos y fracturas emocionales tan sobrias como profundas, esta vez situándose en el gélido paisaje noruego.
Siguiendo en Escandinavia, concretamente en una recóndita localidad minera de Dinamarca, las fricciones de los vínculos fraternales se encuentran en el núcleo de WINTER BROTHERS, robusto debut de Hlynur Pálmason cuyas imágenes en 16mm materializan de forma orgánica y rugosa la imposibilidad del ser humano para aceptar su robotización. Pedro Pinho emplea el mismo formato en A FÁBRICA DE NADA, revolucionario exponente de cine político que desnuda las trampas del capitalismo y formula la palabra y el canto junto con los trabajadores. Revolución y política son términos que conducen irremediablemente a Paolo y Vittorio Taviani, creadores de un arte fílmico en el que se funden con asombrosa naturalidad lo individual y lo colectivo, eternos virtuosos cuya nueva genialidad, UNA QUESTIONE PRIVATA, reflexiona sobre el horror de la Segunda Guerra Mundial partiendo de las relaciones sentimentales. La esfera íntima en mitad del conflicto bélico es explorada a su vez por Xavier Beauvois en LES GARDIENNES, obra cimentada en personajes femeninos que visualiza la Gran Guerra desde los ojos de las madres, hermanas y esposas que se mantenían expectantes en una agonía silenciosa, aguardando el incierto sino de los combatientes. Tiempos muertos –representados por Beauvois con una sensibilidad cercana al Impresionismo–que contenían un halo tan o más trágico que el que se experimentaba en el campo de batalla, pero que ningún cineasta había indagado hasta el momento con semejante solidez y determinación.
En realidad no es necesario retrotraerse al ecuador del siglo XX. Las reivindicaciones de la identidad femenina en un mundo marcado por la dominación del hombre siguen estando absolutamente vigentes. En este sentido podemos considerar UN SOL INTERIOR como un verdadero hito. En ella Claire Denis sitúa a una pintora que afronta el vértigo de la madurez ante diferentes figuras masculinas, cada una decepcionante a su manera. La directora francesa adopta un feminismo tan implacable como emocionante, desatando un grito de rabia que evidencia la devaluación social de la mujer una vez que se agota su juventud. Su protagonista es una artista de espíritu libre e irreductible, como la cantante de BARBARA, film en el que Mathieu Amalric (con la colaboración de Jeanne Balibar en estado sublime) afronta el biopic desde una óptica inédita, abrazando el metalenguaje para plasmar una compleja y sugestiva reflexión sobre el acto creativo y la condena interna que conlleva poseer un temperamento genial. Cadenas similares arrastró la mítica voz de los Velvet Underground, encarnada con energía arrolladora por Trine Dyrholm en la ópera prima de Susanna Nicchiarelli, NICO, 1988. La actriz danesa alcanza otra cima interpretativa, su constatación como una de las actrices con más talento de las últimas décadas. Otra consistente semblanza artística es la llevada a cabo por Laurent Cantet en EL TALLER DE ESCRITURA, protagonizada por Marina Foïs en el rol de una novelista en plena sequía creativa que se desplaza hasta una localidad costera del sur de Francia para impartir un curso de literatura a un grupo de jóvenes. Entre ellos se encuentran chicos y chicas de origen magrebí y subsahariano, pero también un adolescente cuya ideología se aproxima a los preceptos de Marine Le Pen. La escritora experimenta una mezcla de atracción y repulsión por esa figura inmadura y magnética. La ficción y la realidad se confunden en una pesadilla que revela el precipicio identitario al que se asoma la Francia contemporánea.
La confusión entre lo material y lo imaginado reluce también en RAMIRO, nueva demostración de la extrema lucidez de Manuel Mozos, en esta ocasión con la historia de un solitario librero, poeta fracasado, cuya férrea y soporífera rutina se verá dinamitada por el influjo de sus vecinas. Pese a su armazón ligero, la comedia del realizador portugués es un penetrante estudio de las miserias humanas que se aleja del derrotismo y deja la puerta abierta a las segundas oportunidades. Ramiro consigue escapar de su letargo al igual que la protagonista de CORAZÓN PURO (debut de Roberto de Paolis) se desembaraza del bagaje de culpabilidad transmitido por su madre ultracatólica. El detonante de su despertar emocional y sexual es un hombre furibundo que conducirá su existencia hacia el éxtasis y el amor de perdición. Igualmente embriagado por el exceso se encuentra el personaje principal de A VIOLENT LIFE, film en el que Thierry de Peretti indaga en las entrañas del movimiento independentista corso. La irresistible atracción por el caos, la ineludible huella del pasado y el fin del idealismo son los pilares sobre los que se sostiene este frenético y visceral thriller. El terrorismo deviene en una estrategia endeble e insustancial para defender la propia identidad. El sistema cierra filas, asfixiando a los rebeldes hasta llevarles a una clandestinidad esquizofrénica.
Martín vive como un hombre salvaje, concibe la soledad como filosofía vital en BAJO LA PIEL DE LOBO, hasta que un encuentro carnal le lleva a replantearse su retiro en las montañas del norte de España. ¿Es posible renegar de la vida en comunidad? ¿Hay lugar para el instinto y las pasiones más básicas en la existencia aislada?, parece cuestionar Samu Fuentes en su primera ficción. El joven realizador toma la naturaleza como punto de partida, mientras que Eva Vila concibe el paisaje rural como proceso y destino definitivo en PENÉLOPE. La directora catalana toma el mito griego de la Odisea para componer un poema épico de ecos universales en el que se muestra el crepúsculo de una forma de vida, un esplendoroso réquiem que bascula entre lo terrenal y lo onírico.
Un aura legendaria envuelve también a EL MAR NOS MIRA DE LEJOS, debut de Manuel Muñoz Rivas, estudio físico, histórico y emocional de una playa del sur de España. El cineasta sevillano plasma un retrato de los rostros de ese lugar olvidado, y también del entorno que los rodea. Se trata de uno de esos excepcionales ejemplos en los que el cine mantiene un contacto real con la tierra, alcanzando así una humilde y genuina trascendencia, como hace décadas consiguieran Margarida Cordeiro y António Reis.
La reformulación de las bases emocionales se encuentra en el corazón de TIERRA FIRME. En su segunda película Carlos Marqués-Marcet sitúa un triángulo sentimental en el que la amistad y el amor se confunden hasta difuminarse. La llegada de Roger al bote londinense de Eva y Kat sacude la estabilidad de la pareja al tiempo que abre nuevas posibilidades.
En el epicentro de la confusión identitaria se sitúa Pio Amato, presencia omnipresente de A CIAMBRA. Jonas Carpignano sigue los pasos de este adolescente calabrés de etnia gitana cuyas dramáticas circunstancias familiares le arrastran hacia una madurez forzada e imposible. Realidad y ficción avanzan al unísono en esta obra tan cruda como humanista en la que quedan al descubierto las grietas de la Italia contemporánea.
La exigente y anodina dinámica de Johnny, granjero que pasa sus días cuidando ovejas en Yorkshire, al norte de Inglaterra, se ve trastocada con la aparición de un inmigrante rumano en TIERRA DE DIOS, ópera prima de Francis Lee. De nuevo las pasiones se imponen a los dogmas, el deseo supera a los códigos sociales. La influencia del extranjero llegado de lejanas tierras funciona como un seísmo.
Lo mismo sucede, aunque en un sentido totalmente inverso, en WESTERN. Partiendo de la estancia del capataz alemán Meinhard en la Bulgaria rural, Valeska Grisebach desarrolla una vigorosa reevaluación de las relaciones entre el centro y la periferia de Europa. El forastero intenta aclimatarse al nuevo entorno pero se topa con la hostilidad de los locales. La desconfianza nace de la dominación económica que Meinhard indirectamente simboliza. Sin pretenderlo se convierte en encarnación del colonizador, al igual que el funcionario de la Corona Española aposentado en Latinoamérica a finales del siglo XVIII en ZAMA, libre e inconcebible adaptación de Lucrecia Martel de la intraducible novela de Antonio Di Benedetto. Este relato cautivador y alucinado apunta al desastre barbárico que supuso la conquista del “Nuevo Mundo”, un proceso funesto que ha dejado un legado plagado de lacras indelebles.
Aquella etapa de supremacía y dominación encuentra un tenebroso reflejo en el presente, como demuestra Mahamat-Saleh Haroun en A SEASON IN FRANCE, seguimiento de una familia de República Centroafricana en París y su infatigable solicitud de asilo.
No debería extrañar que estas dos lecturas sobre el pasado y el presente de Europa –que sin duda se encuentran entre las más reveladoras de los últimos tiempos– hayan llegado de la mano de cineastas procedentes de Argentina y Chad. Es precisamente en la negación de las identidades primigenias del viejo continente donde se encuentra la riqueza de la Europa actual, y por tanto del cine europeo. Un cine que, como sus protagonistas, se lanza al vacío para encontrarse a sí mismo.