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'Gloria Mundi': Robert Guédiguian y la voz de los silenciados

Casi 40 años de carrera, y títulos como 'Marius y Jeanette' o 'Mi padre es ingeniero', Robert Guédiguian ha apostado en su trayectoria por dar voz a quienes no suelen tenerla. Centradas en una Marsella que le tiene como gran embajador fílmico, sus películas miran hacia los conflictos y sinvivires de la clase trabajadora. Ahora presenta 'Gloria Mundi', y aquí dejamos cinco razones para no perderse lo nuevo del director francés.

1) Por dar voz al débil

Con una coherencia creativa a prueba de bombas, la combativa trayectoria de Robert Guédiguian detrás de la cámara ha puesto una mirada humanista y comprometida en esas generaciones de perdedores que luchan por su dignidad y sus derechos. Situadas en Marsella, sus películas hablan de clases desfavorecidas, de precariedad, de inmigración, de nostalgia, de solidaridad...

2) Por oscurecer su discurso

Desde su proyección en el Festival de Venecia, 'Gloria Mundi' anunció cierto pesimismo, cierta mirada oscura, en el ideario de Robert Guédiguian. El director se defendía en varias entrevistas: "Estoy describiendo el mundo tal y como lo veo a mi alrededor. Hay tragedia y hay comedia. A veces apuesto por anhelos más alentadores, o le muestro al mundo cómo podría mejorar. Otras no. Hago películas para provocar reacciones. Pero no soy pesimista. Creo que las cosas pueden cambiar". Es cosa del espectador decidir sobre la luz de su mensaje.

3) Por la familia

Mucho se dice que en los rodajes se forman familias alternativas. Desde luego, en los de Robert Guédiguian esos núcleos familiares no son tan alternativos: y es que su musa creativa y pareja en la vida, Ariane Ascaride, lleva trabajando con él desde su ópera prima, 'Último verano' (1981). En aquel reparto estaba también Gérard Meylan, una suerte de álter-ego del director en tantos largometrajes. Y fue en el tercero, 'Ki lo sa?' (1986), cuando apareció Jean-Pierre Darroussin, otro imprescindible para Guédiguian. Han sido los perfectos cómplices ante la cámara del discurso del cineasta, y juntos han aparecido en 'Marius y Jeannette' (1997), 'De todo corazón' (1998), 'Marie-Jo y sus dos amores' (2002), 'Lady Jane' (2008) o 'El cumpleaños de Ariane' (2014). La troupe Guédiguian añade a guionistas y técnicos que suelen repetir con el director.

4) Por conectar con el espectador

Siempre en los interesantes y amplios márgenes del cine de autor, el trabajo de Robert Guédiguian ha tenido siempre muy buena conexión con el público. El propio director lo ha tenido siempre claro: "El cine de autor debe cuidar la regla esencial del cine y es que guste a los espectadores. El cine de autor también puede ser entretenimiento y espectáculo. Debe emocionar, hacer llorar y reír, y si quiere seguir sobreviviendo deber ser a la vez un espectáculo popular”.

5) Por la Copa Volpi que ganó Ariane Ascaride en Venecia

Con 'Gloria Mundi', Ariane Ascaride fue galardonada como Mejor Actriz en el último Festival de Venecia, por un trabajo que comparte compromiso con el de su marido, Robert Guédiguian, dedicando su premio "a aquellos que duermen eternamente en el fondo del Mediterráneo". La actriz, que da vida a una mujer de la limpieza que ha perdido su militancia sindical y sus esperanzas, ya colecciona varios premios: ganó el César por 'Marius y Jeannette', y fue premiada en festivales como Valladolid, por 'La ciudad está tranquila' (2000), y Roma, por 'Le voyage en Arménie' (2006).