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CHEMA GARCÍA IBARRA: “ME GUSTA HACER LAS PELÍCULAS QUE QUIERO VER COMO ESPECTADOR”

El director ilicitano, con una premiada trayectoria como cortometrajista, presenta en el Festival de Sevilla una ‘thriller’ que tragicómico que se acerca a la ufología protagonizado por actores no profesionales


Sevilla, 8 de noviembre.- En su cuarta jornada, el 18 Festival de Sevilla ha recibido a uno de los cineastas más inclasificables de nuestro cine, Chema García Ibarra (Elche, 1980) donde ha presentado a la prensa su primer largometraje, Espíritu sagrado, que competirá por el Giraldillo de Oro. El cineasta ilicitano, en su rotundo salto al largometraje, llega a Sevilla avalado con una Mención Especial en el palmarés del último Festival de Locarno para dar un paso más tras una celebrada carrera como premiadísimo cortometrajista en certámenes como Berlín o Sundance con El ataque de los robots de Nebulosa-5, Protopartículas o Misterio.

García Ibarra propone una mirada particular a la cotidianidad de su Elche natal, mezclada con elementos de thriller tragicómico, y con actores no profesionales, para contar la búsqueda de una niña desaparecida y la peripecia de su tío, el único que conoce la inminente llegada de una fuerza extraterrestre. La propuesta del director es, por tanto, un acercamiento al universo de la ufología y los fenómenos paranormales en el contexto de una comunidad aparentemente normal.

El director ha comparecido ante la prensa acompañado del actor Nacho Fernández, de la pequeña Llum Arqués y del productor Miguel Molina, que ha confesado haber entrado en la producción sin haber leído el guión: “Ya producimos uno de sus anteriores cortos y llevábamos mucho tiempo insistiéndole en el salto al largometraje. Teníamos muy claro que el talento que mostraba en sus cortometrajes era una garantía”.

El cineasta ha hablado del germen de su película y de la reivindicación de la periferia en su universo creativo: “Siempre me ha interesado el concepto de rodar fuera de las ciudades donde habitualmente se sitúan las películas: ya vale de ver historias en Malasaña. Y además me gustan los acentos, la comida propia de los lugares, la forma de vestir, la música que se escucha... Salir de los lugares comunes”, ha recalcado. “A la vez, me interesa mucho la ciencia-ficción, estuve bastante obsesionado con ese género durante mi adolescencia. Y me gusta hacer las películas que quiero ver como espectador. Como resultado de todo esto, nace Espíritu sagrado”.

“La planificación está muy pensada, no me gusta filmar cosas que no voy a utilizar. Súmale que rodamos en celuloide y cada vez que le das al botón de grabar van cayendo euros”, ha dicho entre risas García Ibarra. “Eso implica preguntarse mucho sobre el plano que queremos y obliga a un tono muy depurado, muy de ir mucho a la esencia, algo que hemos aprendido de un cineasta que me fascina como es Robert Bresson”, ha explicado.

Espíritu sagrado abunda en aspectos casi delirantes, absurdos, que al final tienen mucho que ver con la realidad. En este sentido, el cineasta ha apuntado que uno de sus libros favoritos es un libro clásico de la antropología, La rama dorada, de James George Frazer. Para García Ibarra, “la obra recoge un montón de costumbres y rituales de todo el mundo, y las compara. Hay alguna muy bonita que me guardé para la película. Yo trabajo mucho con este tipo de microideas que voy guardando, y que pueden venir desde un libro a algo que he oído por la calle. Almaceno todo eso y luego lo meto en mis guiones”.

Uno de los aspectos más sorprendentes del film, y del cine de García Ibarra, está en lograr unas interpretaciones muy naturalistas. Antes los medios, el director ha explicado que Nacho Fernández, el protagonista, aún no ha visto la película. “Antes de rodar le ofrecí dos posibles guiones: uno entero y otro con las partes de su personaje. Él eligió leer solamente la parte que tenía que ver con el personaje, tener la misma información, y no sabe cómo termina la película. Eso forma parte de mi trabajo con los actores”. Asimismo, ha explicado antes los medios la metodología de trabajo previo. “En los ensayos también me interesa el concepto de lo que es un error en un actor: si balbucea, si se te olvida algo, si entra una réplica un poco más tarde... eso no es un error. Buscamos cierta naturalidad. En el proceso de trabajo leemos el texto una vez, y luego se aparca, hay que tener clara la idea y usar la memoria, incorporando expresiones de cada actor, acentos, la cadencia de cada uno, la propia forma de hablar...”.