Fotogramas de las películas de Nadav Lapid y Elia Suleiman
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Suleiman y Lapid: Palestina e Israel, cara a cara en el Festival de Sevilla

Dos grandes cineastas se cuestionan su identidad nacional a través de películas insólitas 

 

Dos de las películas europeas del año, en dos momentos:

     Un cineasta palestino observa perplejo, a la entrada de una frutería de Nueva York, las armas de fuego que portan bajo el brazo y con total naturalidad los viandantes, en medio de sus recados diarios.
     Un exsoldado israelí, establecido en París para dejar atrás un Estado que le parece de todo menos bonito, confía su suerte a un diccionario de bolsillo para resultar más francés que los franceses.

Los directores Elia Suleiman (Palestina) y Nadav Lapid (Israel) competirán en el Festival de Sevilla con dos brillantes historias en las que se plantean, con humor y extrañamiento, qué significa haber nacido en esos países –los paréntesis tras sus nombres– y abordan solo de refilón el conflicto que los separa. Libres de complejos y solemnidad, ‘De repente, el paraíso’ y ‘Sinónimos’ vienen de ganar grandes premios en Cannes y en la Berlinale, demostrando que temas tan vigentes como el de la identidad nacional pueden tratarse desde ángulos inesperados. 

En ‘De repente, el paraíso’, un director de cine al que solo se nombra con las iniciales ES, inicia una odisea desde su Nazaret natal a París y Nueva York, buscando dinero para producir su siguiente película. Como afirma el propio Suleiman (‘The time that remains’, ‘Intervención divina’): “Si mis películas anteriores presentaban a Palestina como un microcosmos del mundo, esta última intenta mostrar el mundo como si fuera un microcosmos de Palestina”. En una serie de estampas tan delirantes como inquietantes, el cineasta asiste con cara de palo al espectáculo –disparatado– de la vida actual y evidencia con afilada ironía los estereotipos globalizados que recaen de forma tan intensa en esos países como en el suyo propio. Como cuando, al pedirle apoyo en la financiación a un productor francés, este le responde que su película “no es lo suficientemente palestina”.

Mucho más expresivo se muestra el protagonista de la película de Lapid (‘La profesora de parvulario’, ‘Policía en Israel’), casi una especie protegida del Festival de Sevilla, donde se han visto ya varias muestras de una filmografía que no parece tenerle miedo a nada. En sus propias palabras: “Lo que me fascina es crear un cine que sea, al mismo tiempo, físico y crudo, concreto y brutal, que reactive las ideas y siembre el caos”. En la intensa y provocadora ‘Sinónimos’, la ruptura de Yoav con sus raíces se basa en la propia experiencia del director cortando lazos con todo lo que oliera a Israel y abrazando su pasión por Napoléon, Zidane y Godard. El resultado es un grito fílmico que por momentos se asoma al noir y con el que Lapid se cuestiona si es posible disociarnos del país en el que nacemos.

Como en un programa doble sobre crisis de identidad, en ambos relatos sus protagonistas visitan dos ciudades-templo del mundo occidental, desmitificándolas y poniendo en evidencia las incoherencias de un modelo de sociedad con extrañas similitudes al de sus países de origen. Llenas de ocurrencias y hallazgos visuales, estas películas comparten también su condición autobiográfica. Tal vez la mejor forma que han encontrado estos dos autores de expresarse en medio de un contexto político que tal vez se les está haciendo largo.