11nov
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RODRIGO CORTÉS, VÁCLAV KADRNKA Y GONZALO GARCÍA PELAYO EN LA SÉPTIMA JORNADA

Rodrigo Cortés estrena mundialmente en Sevilla su magnífica 'El amor en su lugar', sobre una troupe de actores teatrales en el infierno del gueto de Varsovia

El checo Václav Kadrnka cierra su trilogía sobre la ausencia con la austera y sanadora 'Saving One Who Was Dead', que competirá por el Giraldillo de Oro.

García-Pelayo presenta los dos primeros títulos de su proyecto El año de las 7 películas, ‘Ainur’ y ‘Dejen de prohibir que no alcanzo a desobedecer todo’

 

Sevilla, 10 de noviembre.- El Festival de Sevilla, en su séptima jornada, es el marco escogido para la premiere mundial del nuevo largometraje de Rodrigo Cortés, El amor en su lugar. Quizás el proyecto más complejo abordado por el cineasta gallego, abonado a los retos: desde sus cortos, en su debut con Concursante (2007), en Luces rojas (2012) o Blackwood (2018), y sobre todo en la exitosa Buried (2010), rodada en el interior de un ataúd del que trataba de escapar Ryan Reynolds.

Con El amor en su lugar, Cortés viaja hasta 1942 y propone una experiencia inmersiva con un plano secuencia de 14 minutos que mete de lleno al espectador en el gueto de Varsovia. De esta forma, la cámara sigue el camino de la protagonista en su accidentado camino, dando esquinazo a controles de los soldados nazis y sorteando cadáveres en las esquinas, hasta un pequeño teatro situado en el corazón del gueto. En su interior, una troupe de actores se prepara para representar un vodevil musical. La cámara de Cortés sigue a los personajes en el escenario y entre bambalinas, mostrando el contraste entre el show must go on y el drama íntimo ante el horror deñ dominio nazi, o lo que es lo mismo, el poder del arte ante el miedo y la desesperación.

Rodrigo Cortés, que en la rueda de prensa ha estado acompañado del escritor y guionista alemán David Safier, ha compartido con los medios lo sorprendente de este relato basado en hechos reales: “Se sabe muy poco de la vida cultural que había en el gueto, porque tendemos a aplicarle la imaginería de un campo de concentración. Me fascinó que la obra que se representa en la película fuera un enorme éxito en el gueto, en 1942”. En este sentido, el cineasta ha matizado dónde está el corazón del film: “Es la historia de un grupo de actores que hacen lo que tienen que hacer, algo muy propio del mundo del teatro: se muere tu padre, y subes al escenario; se va la luz y enciendes velas. Tu deber es hacer la función sea como sea”.

El amor en su lugar cuenta con un mecanismo formal que funciona, según el cineasta y también escritor (recientemente ha publicado Los años extraordinaros) como un reloj y sobre el que ha seguido reflexionando: “Me parecía complejo organizar en tiempo real una historia sin cortes ni elipsis que nos obliga a entrar y salir constantemente de una obra de teatro. Ese constante contraste entre la tensión fuera de escena y las canciones y risas del escenario”. En ese sentido, Cortés ha explicado el trabajo en la dirección de actores: “Se volvían locos. Hay una parte fácil de entender, el fuera y dentro de la escena: la exuberancia, el sainete, lo luminoso y divertido, por un lado, y la dureza de lo que sucede fuera. Pero en la propia obra cambia el punto de vista, y llega un momento en que se van acercando el texto de la obra y lo que viven los personajes fuera de ella, hasta fundirse”.

Por su parte, David Safier, guionista de esta película y novelista de títulos como Maldito karma o Miss Merkel. El caso de la canciller jubilada, ha explicado que el origen de este guión una investigación sobre “la única obra de teatro que se había escrito durante el holocausto que había sobrevivido”. Para Safier, “esta es una historia de amor que muestra lo que potencialmente los humanos pueden hacer contra la adversidad. Los actores tienen que hacer la obra de teatro porque es lo que tienen que hacer, es su obligación. Éstas son las historias que me interesan.”

 

Václav Kadrnka: “Esta es una película muy personal”

El cineasta checo Václav Kadrnka vuelve a Sevilla cuatro años después de presentar aquí Little Crusader (2017), ganadora del Globo de Cristal en Karlovy Vary. Aquella era la segunda de las películas que el director engloba en su Trilogía sobre la ausencia, junto a Eighty Letters (2011) y Saving One Who Was Dead, que forma parte de la Sección Oficial de esta edición del Festival.

La austera nueva propuesta del cineasta, que aspira al Giraldillo de Oro, nos presenta la dureza y la incertidumbre de un enfermo en estado vegetativo. Aquí, tras un derrame cerebral, el padre de familia se encuentra en estado de coma atendido por su mujer y su hijo. Las largas jornadas de hospital, los silencios y todo aquello que se sufre y se piensa pero no se dice forman parte de una película profundamente espiritual, una historia que nos habla de ese tiempo compartido cuando la comunicación verbal no es posible con el enfermo pero en el que, sin embargo, se siente la certeza de que la conexión es posible. Sin salir apenas de la clínica, Václav Kadrnka nos sumerge en el viaje espiritual de los protagonistas en su acompañamiento al padre en este tránsito entre la vida y la muerte.

“Es una película muy personal, sobre los recuerdos de mi familia y las cartas que le escribió mi madre a mi padre. Vi que había conexiones en la estructura con mi anterior película, Little Crusader. Durante su producción mi padre sufrió un ictus muy grave”, ha confesado. “Quien vea mi película sentirá cosas fuertes, y a muchas personas eso no les gusta. Es difícil de analizar porque esta no es una historia que se pueda cortar en trocitos. Es un ritual, ese es el concepto que quería transmitir, porque si formas parte de un ritual te sientes como en casa.”

Václav Kadrnka ha hablado también de la localización utilizada en esta producción: “Encontramos un hospital viejo y en desuso. Quería crear un espacio claustrofóbico en el que no haya exterior, solo lo que vemos en la ventana. Es una metáfora de la existencia porque todos estamos atrapados en nuestro cuerpo”.

 

Gonzalo García-Pelayo: “Sabemos hacer cine rápido y barato, no necesariamente bueno”

La última convocatoria de la jornada ha estado protagonizada por el inclasificable proyecto del cineasta, productor y tahúr Gonzalo García Pelayo que lleva por título El año de las 7 películas, que consiste, como su nombre indica, en el rodaje de siete películas en un único año, entre abril de 2021 a abril de 2022, todas ellas con un tema compartido, la alegría de vivir.

Referente del cine underground de nuestro país y dueño de un estilo tan personal como insólitos son sus proyectos, García-Pelayo ha presentado las proyecciones especiales, en estreno mundial, de los dos primeros títulos del proyecto: Dejen de prohibir que no alcanzo a desobedecer todo y Ainur. La rueda de prensa ha contado, además de con Gonzalo García-Pelayo, con su hermano Javier, protagonista de Dejen de prohibir..., el productor Gervasio Iglesias, la directora de producción Pilar Campano y las actrices Danel Bersebayeva (protagonista de Ainur) y Olivia Cábez (protagonista de ambas).

El gran protagonista del acto, Gonzalo García Pelayo ha contado el origen del proyecto: “Al acabar la pandemia y una fase de mi vida, decidí seguir adelante con todas las ideas que tenía, con las ganas de viajar y conocer varias localizaciones... Me envalentoné y llegué a un acuerdo con mi hermano, con Pilar y Gervasio. Sabemos hacer cine rápido y barato, no necesariamente bueno, pero sí rápido. En vez de hacer una película de coste medio, la idea era hacer siete, a la que se sumó otra más, que ya tenemos financiada. Me gusta más la cantidad que la calidad, pero creo alguna saldrá medio buena. Hasta el momento tenemos terminados cuatro largometrajes, nos queda la mitad. Quería hacer una película por mes, y viajar a rodar a países que no conocía como Argentina o la India”.

Gervasio Iglesias, productor de films como La isla mínima y colaborador de García-Pelayo en esta aventura, ha contado cómo se impulsó el proyecto: “Soy amigo de Gonzalo desde hace años, me lo propuso en un momento en que me sentía muy cansado de las narrativas de las películas habituales, y quería apostar por nuevas formas de narrar. Consideré que era el momento cuando, en la primera reunión, Gonzalo me contó que tenía siete películas en la cabeza, y me pareció maravilloso. Lo que más me impulsó fueron las ganas de experimentar en la forma, porque su cine se acerca más al ensayo o a la poesía”.

Algunas de las claves para entender quién es y qué hace Gonzalo García-Pelayo las ha dado su hermano Javier: “Es una persona muy coherente, cada vez es más libre y actúa más según sus gustos y necesidades, que es lo que tiene que hacer un artista”.

Por su parte, Olivia Cábez, intérprete en estos dos primeros títulos, ha defendido la singularidad de García Pelayo como figura esencial del cine experimental: “La aproximación al cine de Gonzalo se tiene que hacer de una forma muy abierta. El cine impone mucho, hay unos patrones muy rígidos sobre qué es cine y qué no y, sin embargo, en el caso de Gonzalo es diferente. En el cine de Gonzalo hay que estar preparada para todo”.