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‘LIBORIO’: LA REVOLUCIÓN DE UN MESÍAS

“Liborio regresa del Cielo para mover a la gente y levantar los muertos de esta tierra nuestra lagrimosa bendecida”. Con este aviso escrito en pantalla da comienzo el relato, que retrata la figura de Papá Liborio, una de las más reveladoras de la historia caribeña, cuya dimensión trascendió del puro movimiento mesiánico, convirtiéndose en icono de la lucha campesina, en símbolo de esperanza para un pueblo como el dominicano, maltratado por el colonialismo. “Es una figura curiosa porque si lo analizas, dentro de él encuentras tres personajes: Jesucristo, el Che Guevara y Bob Marley”, explica el director Nino Martínez Sosa, ante su debut después de una larga trayectoria como montador.

El Festival de Sevilla proyectará Liborio en la sección Nuevas Olas. Y os damos cuatro razones para correr al cine a disfrutar de una película estimulante y formalmente apabullante.

 

1. Por lo fascinante de la historia

“Unos lo ponían como un enemigo del progreso, símbolo del oscurantismo y el atraso, otros como la encarnación misma de un Dios que levanta muertos y cura con la palabra, también como un generador de cambio, un guerrillero heróico, un símbolo de la lucha contra el imperialismo”.

República Dominicana, 1908: cuenta la leyenda que Olivorio Mateo Ledesma desapareció durante un huracán en San Juan de la Maguana y, varios días más tarde, reapareció, según él renacido de entre los muertos y con una misión ordenada por el mismísimo Dios, reconvertido en milagroso curandero y profeta. Pero lejos de ser un iluminado, un loco, Papá Liborio, así le llamaban, quería una vida mejor para su gente, con la idea revolucionaria de crear una comunidad independiente en las montañas. Liborio azuzó la resistencia de su pueblo: a la pobreza y al hambre, però también al invasor. El creciente proceso de influencia norteamericana en su país acabaría desembocando en su ocupación. Para algunos, Liborio era un mesías. Para otros, los que tenían el poder o los que trataban de mantener el orden, como el contingente de marines americanos que llegan en su busca, Liborio fue un peligroso líder revolucionario.

 

2. Por su apabullante apuesta visual

“El primer guion era narrativo, pero la película que queríamos hacer después tenía que ver más con la comunidad que con el personaje, quisimos mostrar el mito a través de los ojos de los que creen en él, hacer un retrato poliédrico que traza el perfil del héroe desde diferentes puntos de vista. Y la película tenía que ver más con la experiencia que con el mero hecho de contar una historia. Ahí el proyecto empezó a cambiar y a convertirse en algo mucho más barroco, como somos los caribeños. El cine tiene que ser un camino hacia la libertad”.

En su primer largometraje, Nino Martínez Sosa escapa de cualquier convención asociada al biopic para acercarnos a la figura de Papá Liborio, aunque poniendo el foco en la relación que crea con sus vecinos, ahora seguidores, discípulos o adoradores. Martínez Sosa apuesta por potenciar los estímulos sensoriales, los simbolismos y la espiritualidad, sin preocuparse demasiado de subrayar el contexto ni de explayarse en explicaciones enciclopédicas.

Y consigue un uso tan contundente como expresivo del entorno, de las localizaciones, de los bosques y las montañas, de la exultante naturaleza, y de la dirección de fotografía del español Óscar Durán. Visualmente hermosísima, hipnótica cuando muestra los ritos ancestrales de Liborio, es contundente sin necesidad de mostrar la violencia de las matanzas (aunque podamos escucharla, intuirla, de nuevo un cine de sensaciones). Un poético plano final en el que dos manos se encajan asegura la continuidad del movimiento de resistencia impulsado por Papá Liborio.

 

3. Por los temas que toca

“La identidad dominicana parte de la negación de la herencia africana, es hispanófila, eurocéntrica, ya después muy pro-norteamericana a partir de la invasión. Eso está en la película, ese momento específico en el que los norteamericanos invaden por primera vez la isla. Nosotros sufrimos dos invasiones en que la tierra comienza a legislarse para poder venderse, en que pasa de ser un bien común a ser un bien. Se crean los grandes latifundios, comienza el proceso de descampesinización, en que el campesino comienza poco a poco a migrar hacia los núcleos urbanos y a meterse en los cinturones de pobreza, ese momento que es como un momento de formación; de todo eso surge Liborio”.

La aproximación a la figura de Olivorio Mateo Ledesma, que en la película conocemos desde los ojos de algunos de sus seguidores, desde sus creencias y desde el efecto del mesiánico personaje en sus vidas, va más allá. En Liborio se habla de la fe como elemento vertebrador de una (en este caso pequeña) sociedad, incluso como motor de resistencia. Pero también habla de colonialismo, de especulación y sangre, de los genocidios que sufrieron los países latinoamericanos.

 

4. Por su director

“Siempre quise dirigir. El montador es un coescritor de la película y es quien define la forma final. La mesa de montaje te permite definir una poética del lenguaje, saber qué te gusta y qué no, ver cómo reaccionan los directores a ciertas situaciones, hablar con ellos de sus miedos y sus certezas. Y te enseña mucho sobre el camino hacia la renuncia. Dejar atrás cosas que te gustan, ideas que funcionaban antes pero ya no. Pero he tenido la pulsión por dirigir desde que comencé a estudiar cine”.

Nino Martínez Sosa debuta como director, pero no es, en absoluto, un recién llegado. Dominicano de 45 años, se instaló en España tras especializarse en edición cinematográfica en la EICTV de San Antonio de los Baños en Cuba. En su currículum brilla especialmente su trabajo con Jaime Rosales: ha sido el montador de Las horas del día (2003), La soledad (2007), Tiro en la cabeza (2008) y Sueño y silencio (2012). De esa relación nace la futura colaboración en Liborio con el director de fotografía español Óscar Durán. Después, Martínez Sosa creó la productora cinematográfica Balsié Guanábana Macuto en República Dominicana, que le sirvió como plataforma de lanzamiento para su carrera como director, y se asoció con Fernando Santos y Guasábara Cine para producir Liborio, su primer largometraje, que antes de llegar a Sevilla se presentó en el Festival de Rotterdam.

 

Declaraciones recogidas de entrevistas en Caligari, Noticine, Diario Libre y Costa Rica Festival Internacional de Cine.