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KHALIL JOREIGE Y ALEKSANDR ZELDOVICH PRESENTAN SUS ÚLTIMOS TRABAJOS EN LA SEXTA JORNADA DEL FESTIVAL DE SEVILLA

El certamen cinematográfico de cine europeo recibe a los directores de Memory Box y Medea, aspirantes a conseguir el Giraldillo de Oro

 

Sevilla, 10 de noviembre.- En la sexta jornada del Festival de Sevilla se han presentado a la prensa dos de las joyas de la Sección Oficial: por un lado, el libanés Khalil Joreige ha conversado, en su encuentro con la prensa, sobre la emocionante y humanista Memory Box, que dirige junto a su colaboradora habitual Joanna Handjithomas. Por otra parte, el certamen ha recibido al cineasta ruso Aleksandr Zeldovich, que ha hablado sobre su perturbadora Medea, que reinterpreta la clásica tragedia griega.

 

Khalil Joreige: “La memoria está llena de agujeros”

Con Memory Box, la dupla Joreige-Handjithomas regresan a Sevilla tras presentar The Lebanese Rocket Society en 2012. Pareja creativa, y también fuera del set de rodaje desde que coincidieron primero como estudiantes en la Universidad de Nanterre, los cineastas han codirigido cortometrajes y largos como A perfect day (2005) o Je veux voir (2008), títulos que les han convertido en una referencia del cine libanés.

Ahora, con la reveladora Memory Box proponen una humanista e íntima mirada al Líbano de los 80 a partir de la historia de una adolescente que explora en el tumultuoso pasado de su madre a través de una caja de cuadernos, fotografías y casetes de la época. Abrir esa caja romperá con la imagen materna con la que ha crecido y le descubrirá un perfil de su madre desconocido. Esta apuesta por la memoria y el legado introduce, según ha explicado su director a los medios,  elementos personales propios en el relato: “El origen de todo está en unos cuadernos que Joana escribió durante un tiempo y que envió a una amiga. Esa amiga hizo lo mismo, le envió unos cuadernos manuscritos. Con el tiempo, acabaron perdiendo el contacto pero 25 años después esa amiga vino a una exposición de Joana y traía consigo aquellos cuadernos. Ambas los habían guardado y los intercambiaron. Al leerlos, Joana se dio cuenta que había una laguna entre la reconstrucción de los recuerdos y lo que había escrito en aquel momento. Nuestra hija quiso leerlos, pero no se lo permitimos; nos pareció que había mucho potencial en esa premisa. Añadimos fotografías de mi archivo y creamos la ficción de Memory Box”.

Sobre el proceso de montaje, Joreige explicó cómo han mantenido uno de sus sellos habituales, jugar con el collage, en la que es, quizás, su película más narrativa: “El montaje es el lugar en el que lo reescribimos todo. Todos los desafíos de la película estaban relacionados con encontrar una realidad con elementos heterogéneos, que vienen de distintas temporalidades, materialidades y medios. En el film hay videoarte, videoinstalaciones que integramos y todo ese material tenía que tener una continuidad”.

El cineasta ha reflexionado también sobre cómo el rodaje de Memory Box le permitió entender la relación de las nuevas generaciones con las imágenes. “Mi archivo fotográfico está compuesto de unas 60.000 instantáneas. Mi hija, con su smartphone, mientras rodamos la película, hizo también 60.000 fotos en seis meses utilizando Snapchat. En mi archivo no hay selfies, por ejemplo, y es por eso que me di cuenta de la relación tan distinta que tenemos unos y otros con nuestros cuerpos, con lo público y lo privado. Lo que ella hace en snapchat también es un diario.Esta película me ha permitido entender su relación con el smartphone sin juzgarla”.

Asimismo, Joreige ha contado también cómo, en su caso, todo su trabajo “versa en cómo se transmite el pasado y cómo se reactiva en el presente. Eso también tiene una reminiscencia con lo que vivió España. Cuando hay una ruptura, después de una guerra o un desastre natural, ¿cómo se recompone eso? Hay que hacer un esfuerzo por intentar hacer frente a nuestros conflictos más profundos, por gestionar los restos de esa ruptura, porque si no, esas trazas se convierten en fantasmas. La memoria está llena de agujeros”.


Aleksandr Zeldovich: “Medea tiene muchos motivos para expresarse sexualmente”

Tras su paso por el Festival de Locarno, Aleksandr Zeldovich ha llegado a Sevilla con la perturbadora Medea bajo el brazo. Una película que, como la tragedia griega en la que se inspira, versa sobre deseos reprimidos, celos y violencia, a partir de la peripecia de una mujer, madre de dos hijos, y amante de un hombre casado que mantiene una doble vida. La Medea del título llegará a límites insospechados para no perder las esperanzas en un futuro mejor para su familia.

Con Medea, el cineasta suma un nuevo título a una breve filmografía de tres largometrajes previos, y mantiene ese goteo creativo que le ha llevado a rodar una película por década: Sunset (1990), Movska (2000) y Target (2011).

El director ha empezado hablando del germen de este trabajo: “La idea se me ocurrió sentado en una cafetería de Atenas. Fue casi natural querer adaptar un mito griego. Esta historia de emigración, me llevó a pensar en Israel, que es un lugar que conozco bien, y a la idea de trasladar la historia a Tierra Santa, que está llena de visiones y de energía monoteísta. Pensé que el choque de estas dos culturas podría darle a la historia una fuerza adicional, y creo que no me he equivocado”.

Película de presencias muy poderosas, en Medea hay un trabajo interpretativo muy potente de su protagonista, Tinatin Dalakishvili. “Al escribir el guión me di cuenta que era casi imposible encontrar a una actriz con una presencia tan poderosa como para interpretar a un personaje como Medea. Así que la aparición de Tinatin fue casi un milagro. Es una fuerza de la naturaleza, nos entendíamos casi sin indicaciones, estoy muy feliz de haber lanzado su carrera internacional”.

Aleksandr Zeldovich ha hablado también de su película desde el punto de vista de una road movie: “Lo que vende la película no es real, es un mundo inventado, porque la segunda parte de la película está trazada como una suerte de viaje interior de la protagonista, que, como Alicia en el País de las Maravillas, intenta evitar un destino inevitable. Igual que en la tragedia de Eurípides, la historia de Medea no tiene fin”.

Por otra parte, Zeldovich ha querido destacar el erotismo del personaje como arma de expresión: “Todo el sentido de Medea gira alrededor de cómo llenar un vacío interior en un sentido real pero también figurado. La gente combate la tristeza y el abatimiento de formas distintas. En su caso, esta Medea pierde el conocimiento, cuando tiene un orgasmo y apaga la vida como se apaga un televisor”.