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JACQUES AUDIARD: “TENÍA MUCHAS GANAS DE RODAR UNA COMEDIA ROMÁNTICA”

El director francés inaugura el 18º Festival de Sevilla con ‘París, Distrito 13’, una efervescente mirada al desconcierto generacional de la juventud

El certamen ha recibido también a la cineasta húngara Ildikó Enyedi, que hoy recibirá el Premio Honorífico del Festival de Sevilla, y presentará su nuevo film, ‘La historia de mi mujer’

 

Sevilla, 5 de noviembre.- En su primera jornada, el 18 Festival de Sevilla ha recibido a dos cineastas mayúsculos, cuya reputación se sustenta por sendas trayectorias reconocidas en festivales, por la crítica y por el público. Por un lado, el francés Jacques Audiard, que con su última película, París, Distrito 13, será el encargado de inaugurar el certamen. Por el otro, la húngara Ildikó Enyedi, que no sólo presenta su reciente La historia de mi mujer, también recibirá el Premio Honorífico del Festival de Sevilla por su filmografía. Ambos han comparecido en sendas ruedas de prensa en las que han hablado de su cine y de su presencia en el certamen hispalense.

Con París, Distrito 13, Jacques Audiard se ha inspirado en tres novelas gráficas del autor americano Adrian Tomine para tejer un pequeño mosaico de vidas en la capital francesa con mucho en común: los cuatro protagonistas del film pertenecen a esa generación entre los veintitantos y los treintaytantos, marcada por la inestabilidad, laboral y afectiva, mostrando con naturalidad y sin fiscalizar esas nuevas formas de abordar las relaciones sexuales y sentimentales. El director ha explicado que “hace mucho tiempo que tenía ganas de rodar una película sobre el deseo amoroso, de hacer una comedia romántica si podemos definirla así. Justo antes había filmado Los hermanos Sisters, que era un western con personajes masculinos, grandes paisajes, mucho color... esto creó en mí la voluntad de hacer todo lo contrario”.

Volviendo al devenir amoroso de los protagonistas, el cineasta ha confesado que rodar escenas de sexo no es algo que le resulte sencillo: “Esos momentos tan íntimos me incomodan un poco. Los intérpretes trabajaron con una coreógrafa, y no asistí a esos ensayos. Luego, una vez en el plató, ya no hizo falta dar indicaciones. Ponte aquí, hazlo más rápido... no me siento a la altura para eso”, ha dicho Audiard entre risas. Y añade: “Creo que la verdadera dificultad para un actor a la hora de rodar esas escenas aparece cuando considera que están fuera de lugar. Si forman parte orgánica del guion, no son tan complicadas”.

Dos de los intérpretes del film, Makita Samba y Jehnni Beth, también presentes en la rueda de prensa, han abundado al respecto: “Intentamos que todo fuera muy orgánico, integrado. En los ensayos hemos bailado mucho juntos, más o menos desnudos”, contaba él. Beth, por su parte, apuntaba: “Todo se hizo en un ambiente muy ligero que facilitó las cosas. Pero yo estaba aparte, sola con mi desnudez”, contaba a propósito de su personaje, una camgirl que hace porno virtual conectándose con sus clientes por internet.

Makita Samba y Jehnni Beth han contado el proceso de trabajo con los actores. “Hubo muchos ensayos y Jacques escuchaba muchísimo lo que le proponíamos. Era una dinámica en la que pudimos aportar mucho al guión y a los personajes”, ha contado Samba. Por su lado, Beth ha destacado: “Hicimos un trabajo de grupo, con varias salas y varios talleres por los que Jacques se iba pasando. Al final de esos tres meses de proceso y antes de rodar, ensayamos la película del tirón, de principio a fin, un poco como si estuviéramos haciendo Dogville”.

 

Ildikó Enyedi: “Es absurdo hablar sobre tolerancia a gritos”

La cineasta húngara Ildikó Enyedi ha agradecido en rueda de prensa el galardón de reconocimiento a toda una carrera que el Festival de Sevilla le entregará esta noche en el Teatro Lope de Vega, y también ha charlado sobre La historia de mi mujer, su nueva película, adaptación de una novela de Milán Füst publicada en 1942, y que cuenta el romance entre un capitán de barco holandés y una misteriosa y elegante parisina. La cineasta ha contado los motivos que la llevaron a poner en imágenes el libro: “Cuando eres adolescente intentas beber de todo tipo de fuentes, buscas compañeros secretos en la música, en la literatura, en el arte. Y una de esas figuras, que yo creí que entendía la vida de la misma manera que yo, fue el escritor Milán Füst. Siempre he pensado que los libros son para leer, no para hacer películas sobre ellos, pero en este caso me parecía que adaptar la novela de Füst, que tiene un corpus creativo muy rico e interesante, podía servir para que otros pudieran compartir esa forma de entender la vida con la que me había visto tan identificada”.

La historia de mi mujer se acerca a un romanticismo clásico, a partir de la apuesta que hace un marino: promete casarse con la primera mujer que cruce la puerta. Desde ese momento, luchará por adaptarse a una relación a distancia y por controlar los celos y las sospechas de infidelidad. De alguna manera, ese clasicismo romántico toma una dirección imprevista para su protagonista. “Esta es una historia muy íntima sobre el viaje de un hombre obligado a reinventarse. Creo que nos habla a todos y a todas en el momento actual que vivimos. Es un proceso doloroso, nada fácil. Creo que es algo que todos deberíamos afrontar algo así, si no acabaremos quemando el planeta”. 

En el film, se plantea la posibilidad de una infidelidad por parte del personaje que interpreta Léa Seydoux, lo que ha dado pie a la reflexión por parte de Enyedi. “En algunas partes del mundo aún se mata a las niñas por el simple hecho de querer ir a la escuela. Es una realidad tan terrible como vigente. Hay una cierta perplejidad por parte de hombres que se sienten inseguros a la hora de acercarse al cambio de reglas de esta nueva era, resultado de muchos años de lucha feminista. Pero este movimiento tan bello se produce en un contexto muy agresivo, en el que no hay un debate constructivo, solo hay visceralidad que se arroja hacia la otra parte de una forma emocional, sin lógica alguna. Es absurdo hablar sobre tolerancia, sobre obertura de miras, y hacerlo a gritos. Me gustaría que la película fuera una nota al pie, con este personaje masculino que intenta entender este cambio de las reglas y herramientas que él recibió cuando se estaba formando. Creo que todos y todas somos imperfectos e imperfectas”.

Una trayectoria insólita, la de Enyedi, que arrancó con The Mole (1987), un primer largometraje que deriva de su etapa más experimental. Poco después, ganaría la Cámara de Oro en el Festival de Cannes con My 20th Century (1989). Siguió viajando a festivales y ganando premios con Magic Hunter (1994), Tamás and Juli (1997) y Simon Magus (1999). Pero entró entonces en un largo periodo sin dirigir largometrajes, en el que cayeron varios proyectos en los que había trabajado, y del que saldría 18 años más tarde con En cuerpo y alma (2017), Oso de Oro y premio FIPRESCI en la Berlinale.

La cineasta ha recordado ese periodo sin hacer películas: “Es divertido porque yo pasé por un proceso parecido al del protagonista de La historia de mi mujer. Después de rodar Simon Magus tenía tres proyectos, de todos ellos recibía muy buen feedback, así que me puse a trabajar de forma incansable, cada vez más nerviosa, tensa e impaciente. Cuanto más prisa tenía por hacerlas, menos resultados obtenía. Todo ese proceso de buscar financiación sin que nadie te diga que el proyecto no es bueno... De pronto han pasado doce años de tu vida, trabajando sin descanso, fines de semana. Y de pronto me relajé, dejé de sentirme desesperada y empezaron a pasar cosas. De alguna manera suscribo el monólogo final de la película, que he tomado de forma casi literal de la novela: hay que fluir con la vida, hay que aceptar su naturaleza, formar parte de ese proceso, no forzarse, asociarse o aliarse con lo que te trae la vida, y acabas recibiendo tu recompensa. Es lo que yo viví, y acabé volviendo a hacer cine”.