Luis López Carrasco

‘EL AÑO DEL DESCUBRIMIENTO’: NO FUE ORO TODO LO QUE RELUCÍA

Es uno de los grandes títulos de la Sección Oficial de la 17 edición del Festival de Sevilla. El año del descubrimiento, nuevo largometraje de Luis López Carrasco, llegará con el gran premio del Festival Internacional Cinéma du Réel bajo el brazo.
 

El cineasta murciano mantiene ese estilo que él mismo define como una mezcla heterodoxa entre la ficción y no ficción, y nos lleva a viajar en el tiempo, de forma real y también simulada, hacia la España de 1992. Eran los tiempos de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla, y los poderes políticos sacaban pecho. Pero también miraban a otro lado ante problemas sistémicos por resolver.

Uno de esos conflictos era una reconversión industrial que dejó víctimas en el camino: en Cartagena, por ejemplo, obreros de distintas empresas, que veían peligrar sus empleos y su futuro, protestaron pacíficamente durante semanas. Hasta que la policía actuó con contundencia y se desencadenó una revuelta que terminó con el incendio del Parlamento autonómico de Murcia. Algunos de aquellos trabajadores se sientan ahora ante la cámara de López Carrasco para recordar aquellos hechos. Pero El año del descubrimiento va más allá: también ofrece los testimonios de la generación posterior, la marcada por la crisis económica de 2008, jóvenes sin esperanza ni recursos que luchan por sobrevivir en un país que no levanta cabeza. De este modo, el cineasta propone un juego de espejos entre el ayer y el hoy, dando voz a quienes son silenciados por sistema, en una nada complaciente mirada a la España contemporánea.

En El año del descubrimiento estableces un diálogo entre los testimonios que vivieron las revueltas obreras en la Cartagena de 1992 y algunos representantes de la generación perdida con la crisis de 2008. Con un mensaje claro: siempre pringan los mismos.

Había una idea fundamental: vincular dos momentos históricos traumáticos (el 92 y la actualidad) a través de la clase social que más los había sufrido, para comprobar cómo las emociones y experiencias asociadas a una crisis son extrapolables a diferentes generaciones, como si ese ciclo no cesase nunca. Hay momentos en la película en que cuando uno de los participantes habla de cómo la crisis le afectó no sabemos realmente a cuál de las crisis se está refiriendo, sin embargo la vivencia de la vulnerabilidad y el dolor, pero también de la entereza y la resistencia, es singular e inolvidable. Muchas veces las crisis son asuntos que suceden "a los otros".

Esa confusión, a qué crisis se refieren, está impulsada desde la puesta en escena. Por un lado, usas un formato de imagen doméstico, y durante un buen rato estimulas la duda de si esos personajes que fuman en el bar y hablan a cámara están filmados ahora o entonces. Incluso los looks de los testimonios actuales parecen fuera de su tiempo. ¿Hubo algo de recreación, de "vestuario y maquillaje", buscando esa analogía?

La idea era retratar a unas personas en un espacio que pudiera pertenecer (durante buena parte de la película) a dos tiempos: al pasado y al presente. ¿Cuándo sucede la película exactamente? Pues es algo que sucedió, pero que a la vez sigue sucediendo (y más allá de Cartagena y La Unión). Por ese motivo seleccionamos una localización que fue luego ambientada y atrezzada por el departamento de arte; los participantes, a pesar de "hacer de sí mismos" estaban caracterizados y vestidos para que su aspecto pudiera ser verosímil en ambos tiempos. Esa ambigüedad temporal era importante. En montaje editamos toda la primera sección del film, de modo que los elementos más contemporáneos no aparecieran.

¿Cómo preparasteis esas conversaciones de los testimonios actuales? Y, no sé si es anecdótico, ¿por qué hay tanto humo, tanto tabaco, en la película?

A la mayoría de los participantes los encontramos en castings organizados en asociaciones de vecinos. Las preguntas que les hacíamos sobre sus orígenes familiares, su trabajo, su barrio y sus planes de futuro eran las mismas que luego fomentábamos en rodaje. Había una primera fase en que la persona hablaba de manera individual (conmigo, con Sandra la ayudante de dirección o con Raúl, el guionista) y luego sumábamos a más participantes para comenzar los debates y proponíamos diferentes temas relacionados con aspectos vecinales, laborales, políticos... aunque pasábamos el suficiente tiempo rodando como para que las conversaciones evolucionaran en direcciones imprevistas y se acababa charlando de la educación, de las lenguas del Estado, de la cuestión territorial, del franquismo… En cuanto al humo, está relacionado con los altos índices de tabaquismo en esas poblaciones y con la imagen que tenemos de un bar de los años 90. Pero el humo es algo que aparece repetidamente en toda la película, de diferentes formas, con diferentes significados. Una pista posible es el sueño con el que se inicia la película.

¿Qué buscabas con la pantalla partida? Y ¿por qué hay algunos momentos en los que no la usas?

En los tres sueños del film la pantalla está centrada, el personaje está solo, flotando en la oscuridad. La decisión de la doble pantalla vino en montaje, cuando vimos el material que se había grabado con doble cámara. Pensamos que era una buena manera de amplificar el espacio y fortalecer la experiencia de habitar un bar, escuchando una conversación, observando una mesa, percibiendo cómo los otros clientes también escuchan lo que se cuenta. La experiencia atmosférica de estar en ese espacio se hacía más fluida, más orgánica. Si bien es cierto que luego desarrollamos esta idea de la doble pantalla para generar todo tipo de asociaciones: para mostrar a la vez a personajes que se parecen pero con distintas edades, para que cada individuo aparezca rodeado de toda la clientela pero a la vez esté en soledad, para que en las discusiones las reacciones entre personajes estén más imbricadas, para vincular el material de archivo dentro del relato, para introducir mapas, textos. Complicó mucho el proceso, la verdad.

Un fotograma de la película
Un fotograma de la película.

¿De qué manera se transformó lo que tenías en la cabeza antes de filmar, una vez manejabas el material filmado? Entiendo que el proceso de montaje sería complicadísimo...

Bueno, hubo aspectos que no esperábamos, como la aparición de discursos racistas o nostálgicos del franquismo. Y de eso se trataba precisamente el rodaje, de producir las condiciones adecuadas para que un grupo de personas, en su interacción, nos llevaran en direcciones inesperadas. Pero a la vez, una de mis obsesiones era cómo volver a reproducir historias y sentimientos que me habían contado previamente, en un casting, en un concierto, en un bar. Cómo retratar a personas que a su vez me recordaban a amigos de la infancia, a familiares, cómo retratar el lugar del que provengo. Así que en cierta manera la película se parece mucho a aquello que había vivido ya a mi alrededor. Aunque hable mayoritariamente de la vida obrera industrial, que es un asunto que me resulta lejano, hay muchos elementos que forman parte de mi memoria.

Esta es una peli con un enorme componente político. Hay un mensaje potente contra la desidia, o la incapacidad, de los partidos políticos y una mirada nada amable hacia la policía. Cine contra las instituciones, y en un momento de pandemia que ha polarizado muchísimo más a la sociedad española. ¿Estás de acuerdo? ¿Cómo crees que se puede recibir la película?

No sé si es una película contra las instituciones (o es contra el uso que se le da a algunas instituciones), y tampoco sé si la mirada hacia la policía es o no amable. En todo momento hemos intentado que cada persona que aparece pueda desarrollar su discurso el tiempo suficiente como para que, a pesar de como espectador no estar de acuerdo, puedas entender por qué dice lo que dice y opina como opina. Hemos intentado hacer una película que, en su amplitud, recoja una multitud de historias, que abarcan ocho décadas. La memoria de una comunidad, el futuro del trabajo, la supervivencia de la democracia, el ascenso de la ultraderecha... son aspectos que están en la película, pero todo eso está encarnado a través de multitud de personajes que te van llevando a un terreno muy personal, muy confesional. Me consta que las personas que ven la película se pasan muchos días recordando y soñando con lo que estaban haciendo en los 90. Pero a la vez es una película que mira constantemente al futuro. ¿Cuáles son las alianzas que podemos establecer entre diferentes grupos humanos que ahora mismo están desconectados entre sí? Esa es la pregunta que yo me hago al ver el film.

Para quienes nos lean, alguien puede asustarse al detectar que la película dura 200 minutos. ¿Qué le decimos?

Pues que es como verte tres capítulos de Juego de Tronos o una emisión de Masterchef. ¡Pero esta película va sobre nosotros!