Toda una referencia del cine europeo, Werner Herzog recibe un homenaje fílmico de otro inquieto director, el madrileño Pablo Maqueda, que nos habla de su película y nos propone un viaje a través de la filmografía del cineasta alemán.
“Caminaré por ti y por mi amor al cine”. La voz de Pablo Maqueda, dedicando su aventura a su pareja (y productora del film, Haizea G. Viana) y a su propia cinefilia, se mezcla con los sonidos del bosque y con la música de José Venditti en una aventura que tiene mucho de homenaje a un cineasta capital para la historia del cine y para el propio director de Dear Werner (Walking on Cinema): “Herzog es inimitable. No hay nadie como él. Sólo hay que asomarse a su cine de ficción, y en especial a sus propuestas de no ficción, donde con una escasez de recursos notable consigue crear imágenes poderosísimas. Para mí es alguien al que acudir siempre que deseo motivarme o inspirar alguno de mis proyectos. Incansable, aventurero, arriesgado, caminante, luchador... calificativos que intentaré llevar conmigo en mi mochila como cineasta el resto de mi vida”.
Y es que ese talento de Herzog para fusionar cine y vida parece haber iluminado el nuevo trabajo de un Maqueda que sigue la estela del maestro alemán para encontrar su propia identidad como cineasta. “Siempre he sido muy pudoroso a la hora de hablar sobre mí en mis películas, pero un documental rodado en primera persona como éste, no podía realizarse de otro modo. Quería que la experiencia para el espectador fuera lo más sensorial posible. Que me acompañara hasta el punto de fundirse conmigo en mi propia mirada”. Botas cómodas, ligera mochila a la espalda, Maqueda repite el viaje a pie de Munich a París que Herzog llevó a cabo en 1974 para visitar a su amiga Lotte Eisner (escritora y cofundadora de la Cinematèque Française), que estaba gravemente enferma. Un trayecto íntimo que recogió en el libro Del caminar sobre hielo. Explica Maqueda: “El libro partió de ser un simple itinerario de viaje a introducirme cada vez más en la filmografía de Herzog a medida que analizaba sus páginas. Y entonces vi claro que allí había una película para hablar de mí en cierto sentido a través de él y su cine”.
Paso a paso, haciendo camino al andar, Pablo Maqueda reflexiona también sobre las dificultades, los palos en las ruedas, que el director encuentra cuando quiere hacer cine, otra aventura tan excitante como la de caminar 775 kilómetros en 22 días: “Hacer cine es un proceso apasionante, pero muy duro. Desmitificar la idea del cineasta triunfador y exitoso fue un detonante. Reflexionar sobre la idea del cineasta no desde la cima de la montaña sino desde el camino hasta llegar a ella. Si con la película animo y motivo a compañeros y compañeras cineastas a que no desesperen y sigan caminando, habré encontrado un público al que hablar de tú a tú”.
Perseverancia, pelea, motivación, amor al cine… todo eso está en Dear Werner, film que el Festival de Sevilla proyectará en Nuevas Olas No Ficción, y que cuenta con la colaboración del propio Herzog, que reescribió algunos pasajes del guion en base a episodios de su propia vida y se ofreció a leer algunos pasajes de su libro para ilustrar las imágenes filmadas por Maqueda: “Fue un regalo inesperado, le ha gustado la película. Aún me emociono al leer sus impresiones y comentarios. Sobre todo cuando me dijo que esperaba que gracias a la película hubiera ganado confianza como él la ganó al rendir homenaje a Murnau con su Nosferatu”.
Viajando por el cine de Herzog
Le pedimos a Pablo Maqueda que, tras reproducir el trayecto efectuado por Werner Herzog, con conduzca ahora a través de la filmografía del cineasta alemán. Un viaje cinematográfico en cinco etapas:
De El gran éxtasis del escultor de madera Steiner (1974) a Werner Herzog Eats His Shoe (1980)
“Imposible describir sus cortometrajes. El rostro ensangrentado de un saltador de ski dispuesto a lanzarse al aire de nuevo. La metáfora definitiva de su espíritu incansable como cineasta. Alguien tan loco hasta de comerse su propio zapato (estofado)”.
De Aguirre, la cólera de Dios (1972) a Fitzcarraldo (1982).
La selva. La niebla. Los gritos. Las armaduras. Un barco. Una montaña. La locura.
El espíritu herzogiano representado por su álter ego, amigo y enemigo: Klaus Kinski.
De La soufriere (1977) a Into the inferno (2016).
La lava más roja e incandescente que los ojos serán capaces de presenciar. El fuego como representación del alma humana. Del Herzog joven que graba al último superviviente en un pueblo desértico de la isla de Guadalupe al Herzog anciano aún dispuesto a subirse a la cima más peligrosa de todas en Indonesia.
De La cueva de los sueños olvidados (2010) a Encuentros en el fin del mundo (2007).
Un pingüino se dirige hacia el horizonte. Quizá hacia su propia muerte. Herzog lo sabe pero le da igual, porque él también ha sido ese animal, caminando hasta introducirse en la cueva de arte rupestre más antigua del mundo. ¿El más difícil todavía? Decidió grabarla en 3D e iluminarla con linternas.
De Grizzly Man (2005) a Into the Abyss (2011)
Del fuera de campo más abrumador de la historia del cine (nuestra imaginación es más aterradora que cualquier imagen) al rostro de un padre encarcelado intentando desesperadamente mostrar su alma ante la cámara. El Herzog entrevistador capaz de helarnos la sangre con una sola de sus preguntas. El Herzog más crítico. Múltiples rostros para un genio de la reflexión en sus narraciones. Todo ello con su inigualable voz de acento bávaro. Los voz de Dios.
