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CINCO CINEASTAS COMPARTEN SUS HISTORIAS DE RESISTENCIA EN LOS MÁRGENES

Marta Popivoda, Álvaro F. Pulpeiro, Julian Radlmaier, Max Eriksson e Ismaël se han reunido en el quinto ‘Café con…’

 

Sevilla, 10 de noviembre de 2021.- La quinta jornada de “Un café con...” ha reunido este miércoles a los directores Marta Popivoda, Paisajes de resistencia; Álvaro F. Pulpeiro, Un cielo tan turbio; Julian Radlmaier, Bloodsuckers; Max Eriksson, The scars of Ali Boulala e Ismaël, Black Medusa. El encuentro se ha dividido en dos bloques. Por un lado, las dos primeras películas citadas tienen como eje de unión una historia de resistencia que sitúa al espectador en dos lugares tan extremos como son el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau durante la Segunda Guerra Mundial y la frontera de Venezuela. El siguiente espacio, que ha incluido los títulos Bloodsuckers, The scars of Ali Boulala y Black Medusa, se ha centrado en el desarraigo contemporáneo: los márgenes de la sociedad.

 

Paisajes de resistencia

La película de Marta Popivoda, Paisajes de resistencia, que se presentó el martes en la sección Las Nuevas Olas No Ficción, cuenta la vida de Sonja Vujanović, una de las primeras mujeres partisanas de Serbia. Esta heroina nacional, que ahora tiene 97 años, resistió a varias marchas por Europa y a la humillación y tortura de dos campos de concentración. “Conocer a Sonja ha sido un acto de aprendizaje por esa transmisión de conocimientos entre generaciones que nos ha ayudado a reconocer a los fascismos contemporáneos. Lo que ella experimentó, nosotros lo hacemos de forma diferente, pero los principios son los mismos”, ha explicado la directora.

El guion está coescrito junto a Ana Vujanović, su compañera y nieta de la protagonista. A través de ella, se adentra en la historia familiar. “Me di cuenta de que es una narradora muy poderosa, capaz de crear imágenes en nuestras mentes. Queríamos darle espacio a esas imágenes. Investigamos para encontrar los lugares concretos donde se produjeron los eventos”, ha señalado Popivoda. Las figuras juegan también un papel importante en la película, de manera que los paisajes pueden ser los mismos, pero, según el punto de vista, éste contaría una historia u otra.

En el otro extremo del mundo, en las diferentes fronteras de Venezuela y en una época contemporánea se sitúa Un cielo tan turbio, el segundo largometraje de Álvaro F. Pulpeiro, que forma parte de la sección Revoluciones Permanentes. Su historia transita en esa línea difusa que divide a algunos países y está gobernada por militares, narcotraficantes, contrabandistas y buscadores de sueños. El cineasta ha descrito estos enclaves como “espacios oscuros, una anarquía llena de vida”.

Aunque Venezuela es uno de los mayores productores de petróleo, la crisis de desabastecimiento de gasolina ha abierto la puerta a un amplio mercado ilegal. Pulpeiro convivió con estos comerciantes y descubrió que “las cosas que no teníamos en común al final nos unían mucho más”. La película, explica el director, se aleja de ese momento de soberbia en el que podría haber caído cualquier documentalista: “No entraba con una cámara y un deseo de hacer una película, sino de crear un encuentro entre la persona que tenía enfrente y yo. Buscaba el conocimiento. A veces lo más banal empieza a crear vulnerabilidad entre los dos”, ha asegurado.

 

El desarraigo social: vivir en los márgenes

En el segundo bloque, el director Julian Radlmaier ha presentado Bloodsuckers, una comedia marxista de vampiros que trata las relaciones entre distintas clases sociales. El cineasta ha explicado que, cuando era joven, formaba parte de un grupo de lectura de texto sobre el economista Karl Marx. “Usaba muchas alegorías de vampiros y los personajes de mi película empiezan a preguntarse si realmente es una metáfora o la película habla realmente de los vampiros y a raíz de este malentendido surge esta ficción”, ha explicado.

Por su parte, The scars of Ali Boulala, el debut en el largometraje del fotógrafo de moda y realizador de cortometrajes Max Eriksson, cuenta la historia de uno de los mitos del skateboard de los 90. “Los personajes que encontramos están en los márgenes de la sociedad y cuando la gente ve a Ali se da cuenta de que es como una estrella de rock”. El cineasta ha explicado que quiso ir un poco más allá de esta imagen y retratar al colectivo skateboard: “En vez de hacer este documental ‘a lo grande’, quería retratar a esa comunidad y ver la vida que tenían”, ha señalado.

El ex-deportista y protagonista de la cinta, Ali Boulala, ha participado también en el encuentro. Se considera una persona normal, por lo que ha mostrado su extrañeza cuando se ha visto retratado en las imágenes. “Cuando empecé a montar en monopatín era algo diferente. No queríamos ser como los demás. La película muestra cómo era esa parte y la subcultura en aquella época”, ha explicado. Para dar una sensación de realismo, Eriksson grabó película cámara en mano, con la idea de que las imágenes filmadas por los skaters que son antiguas no desentonen con las nuevas. “Cuando veo el producto acabado, no pienso en las distintas épocas, hay imágenes de los 90  y otras recientes que se fusionan bastante bien”, ha asegurado Boulala.

Para finalizar, el director y artista visual Ismaël ha hablado sobre Black Medusa, codirigida junto a Youssef Chebbi. El mito de Medusa, que según la mitología griega convertía a aquel que la mirase en piedra, es llevado a la modernidad. El largometraje cuenta la historia de Nada, una joven tunecina que de día trabaja en una oficina y por la noche seduce a hombres para destruirlos. “La idea principal era hacer una película fuera de las normas de la producción contemporánea. Escribimos el guión en dos semanas y de alguna forma intentamos hacer una película lejos de lo habitual.”