ANDREA ARNOLD
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ANDREA ARNOLD: ‘VACA’ Y EL PLACER DE LA OBSERVACIÓN

Se ha relacionado el imaginario fílmico de Andrea Arnold (Erith, Kent, 1961) con creadores británicos de generaciones anteriores, como Ken Loach o Alan Clarke. Pero su estilo vanguardista va mucho más allá, y su querencia por personajes de clase trabajadora, de vidas difíciles o sombrías, va mucho más allá. Su gusto por la observación de la realidad que la rodea como punto de partida para sus guiones es clave en su trabajo. Y sus películas tienen un sello personal que nunca olvida sus orígenes: “Crecí en una familia de clase trabajadora, así que se podría decir que escribo de lo que conozco. Pero, a diferencia de lo que algunos críticos han dicho de mi trabajo, no creo que mis películas sean sombrías y desoladoras”, sostiene.

Hija de una madre adolescente, que a los 22 años tenía ya cuatro hijos, Andrea Arnold dejó los estudios a los 16 años y se independizó a los 18. Se mudó a Londres y se unió a un grupo de baile llamado Zoo, actuando en el programa Top of the Pops. Más tarde, hizo sus pinitos en la interpretación (los más curiosos pueden buscar en YouTube y encontrarla en un episodio del programa infantil de los años 80 No. 73, deslizándose sobre unos patines). “Hacer televisión era muy divertido, pero nunca me sentí muy cómoda ante la cámara”. Tras aprender escritura de guiones en el PAL Labs de Kent, ya en la veintena se mudó a Los Ángeles para estudiar en el American Film Institute.

Con sus primeros cortos, Milk (1998), Dog (2001) y, sobre todo, Wasp (2004), con el que ganó el Oscar a Mejor Cortometraje, se hizo un nombre. Y debutó en el largo con Red Road (2006), con la que ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes. Galardón que repetiría con Fish Tank (2009), su verdadera revelación internacional, estrenada, por cierto, en el Festival de Sevilla. Y lograría un tercero con American Honey (2016).

Con trabajos en series de televisión como Transparent o I Love Dick, recientemente vivió en sus carnes la dictadura de la industria del entretenimiento, cuando le arrebataron el control creativo de la segunda temporada de la serie de HBO Big Little Lies para caer en las manos de Jean-Marc Vallée, el showrunner y director de la primera temporada. Un episodio del que Arnold no ha hablado públicamente, aunque le preguntaran en la rueda de prensa de presentación de Vaca en el Festival de Cannes: Montamos la película al mismo tiempo que yo vivía la edición de Big Little Lies ¡con cinco montadores! Pero no voy a hablar de esa experiencia. Aprendí mucho de ella, pero no diré nada más.

Ahora llega a la Sección Oficial del Festival de Sevilla con Vaca, también presentada en Cannes. Un film que apuesta por la observación para seguir a Luma, una vaca lechera cuya existencia se define por un ciclo infinito de parto y producción de leche. Un film que apuesta, al mismo tiempo, por convertir a la criatura en alguien con deseos, miedos y sentimientos.

Conozcamos más de Andrea Arnold a partir de declaraciones recogidas en varias entrevistas:

 

Cine social

“No puedo discutir que me atraigan los personajes marginados o excluidos de la sociedad: hago mis películas con una mirada social. Así es como veo el mundo. No tengo elección, de alguna manera parece que sus historias me eligen para contarlas”.

 

Rodar películas incómodas

“Creo que lo único que se me ocurre para explicar que esas películas sean experiencias intensas es que comparto en el punto de vista de sus protagonistas, el espectador siempre va con ellos, ve el mundo a través de sus ojos y experimenta las cosas tal y como ellos las experimentan. Trato de ser plenamente sincera y empática.

 

Los rodajes

“Dicen que tengo muy claro lo que quiero. Y es verdad que puedo ser bastante intransigente si creo en una idea, me aferro a ella como un pitbull. Generalmente, si no puedes conseguir algo en un rodaje, es por falta de dinero. Si se trata de convencer a alguien, entonces sigo intentándolo sin rendirme. Pero también es verdad que muchas decisiones acaban no siendo las mías, porque a veces en una sugerencia ajena descubres algo mejor de lo que tú habías pensado”.

 

El gusto por los intérpretes no profesionales

“Me gusta rastrear caras que se adecúen a mi idea. En Fish Tank, por ejemplo, tenía claro que mezclar a una actriz sin ninguna experiencia como Katie Jarvis con alguien tan curtido como Michael Fassbender iba a ser un proceso interesante. Se ayudaron mutuamente y aprendieron el uno de la otra. La naturalidad de Katie influyó en todos los que la rodeábamos. Y Katie también aprendió mucho de Michael. Para American Honey busqué en supermercados y aparcamientos, y eso es absolutamente emocionante, encuentras a gente de todo tipo, realmente te podrías sentar allí todo el día y divertirte viendo pasar gente interesante. Y sí, también trabajé con Shia LaBeouf, al que le tengo mucho respeto pese a su mala fama: muchas de las cosas que la gente me decía antes del rodaje me hacían enfadar, porque no hablaban de Shia como el ser humano que yo había conocido. Es tan fácil ser cruel... Afortunadamente no me dejo llevar por las cosas que leo en los medios de comunicación o en internet. Él ha crecido como una celebridad con todo lo que eso conlleva, y no ha dejado de desafiar ese estatus, cosa que respeto mucho. Hay muy pocos rebeldes en Hollywood. Unos cuantos espíritus libres más harían la vida más interesante”.

 

Asomarse al cine USA

“Rodar American Honey nació en un retraso de un vuelo en un aeropuerto. Me acerqué al mostrador de una empresa de alquiler de coches, tenían uno disponible y decidí llevármelo. Todo fue muy impulsivo, pero me sentí muy bien. Subí al coche y decidí explorar un poco América. El viaje duró diez días y fue el primero de varios por carretera, recorrí el sur, el centro del país, todas partes. Me conecté emocionalmente con Estados Unidos, un lugar vasto y complicado lleno de todo tipo de verdades y contradicciones. Sin esa conexión no podría haber hecho American Honey. La película es una mezcla de lo que vi y aprendí en esos viajes, pero también de lo que había visto en las películas cuando estaba creciendo: la mítica América de los westerns y las road movies”.

 

Escribir guiones

“Leí en alguna parte que escribir tiene mucho que ver con la escultura. La forma ya está en la piedra, solo tienes que encontrarla. Me encanta esa comparación, y siento que, en uno u otro nivel, se puede aplicar a cualquier cosa que hagas. Cuando empiezas a escribir algo, siento que la base ya existe de alguna manera y solamente se trata de encontrarla. Me gusta la idea de identificar esa base. Escribo una especie de esquema, una idea aproximada, que solamente es una guía para que empiece a caminar. Después cambiará, siempre cambiará, a medida que comienzas a seguir a los personajes y a los caminos que toman”.

 

La inspiración

“Cuando la gente me pregunta de dónde viene mi inspiración, diría que mi primera respuesta es la vida misma. Pasear o sentarme en el autobús y mirar a la gente. Siempre veo cosas que me impulsan a pensar, y eso me emociona. Diría que soy una observadora, en realidad creo que todos lo somos un poco. Las personas que me conocen bien dicen que noto cosas que los demás no notan. Por ejemplo, el otro día vi a una mujer caminando hacia la estación. Hacía mucho frío, había nevado, iba con un montón de niños y empujaba un cochecito cuesta arriba. Vi que trataba de coger un tren. Llevaba unos pantalones de chándal puestos y se le habían caído, y se le veía la carne en la espalda. Me pareció algo tan íntimo... Yo estaba tras ella, y comencé a imaginar toda su vida. Ese es el tipo de cosas sobre las que escribo. Siempre digo que todas mis películas comenzaron con imágenes de este estilo como punto de partida. A veces esas imágenes también me vienen a la mente de la nada. Así es como trabajo. Cuando me preguntan de dónde vienen las ideas para mis películas... ¡Simplemente tienes que caminar por las calles! Hay mil caras y puedes imaginar mil vidas. En realidad todas las vidas tienen drama”.

 

Referentes

“Me gustan Haneke, Lynch, Terrence Malick y los hermanos Dardenne. Y Andrei Tarkovsky, sé que no gusta a todo el mundo, pero yo amo su cine. No sé qué es lo que hace ni cómo lo consigue, pero siempre reacciono con mucha emocionalidad a sus películas, tienen un impacto muy profundo en mí”.

 

La danza

“A los 17 años entré en el Laban Dance Centre, una de las principales escuelas de baile de Londres, sin ninguna formación más o menos oficial de ballet. Pero la danza es el secreto de todo. Sigo bailando, para relajarme. Cuando terminas, sientes como si te hubieras acostado con cien personas”.

 

COW

Fotograma de Vacade Andrea Arnold

 

Vaca: una particular mirada a la naturaleza

“Muchos vemos la naturaleza desde un prisma romántico. Hay algo de postureo, ¿vamos a hacer un picnic y a vivir la naturaleza? Nos comprometemos con la idea romántica en contraposición a la realidad de la misma. En el caso de Vaca, creo que me di cuenta desde el principio que los ojos de la vaca Luma lo eran todo. Realmente podías ver a través de sus ojos. Me di cuenta que debía acompañarla en su experiencia. La idea era involucrar al espectador en una conciencia no humana, mostrar la conciencia en un animal vivo no humano. Rodamos durante cuatro años, y no manipulamos nada: no se podía, ni quería, orquestar nada. Tenía ideas sobre lo que podría pasar, pero lo que pasó, pasó. Y no creo que Vaca sea estrictamente un documental. No sé qué es, pero no es un documental, claro que... ¿qué es realmente un documental?”

 

Lo industrial vs. la naturaleza

“Que en películas como Fish Tank o American Honey se adivine ese enfrentamiento entre lo industrial y lo natural supongo que tiene que ver con mi relación con la naturaleza de niña. Crecí en una finca muy urbana, pero había lugares muy rurales alrededor. Con cuatro o cinco años jugaba fuera de casa sin vigilancia de nadie, y sin darme cuenta empecé a vivir una conexión real con mi entorno porque estaba explorando todo el tiempo, bajando a pozos de grava, metiéndome en los bosques y los ríos, acercándome a los lugares industriales y las otras propiedades. Llevaba a casa los cachorros callejeros que encontraba, e incluso, una vez, tuvimos un cordero, que creció en nuestro jardín. Nunca lo esquilamos, pobrecillo, vivió muy calentito. Siempre he sentido cierta tristeza por la desconexión del hombre con la naturaleza. Rodar Vaca me hizo pensar en mi infancia y en mi relación con la naturaleza”.

 

* Declaraciones recogidas de entrevistas en The Guardian, The Playlist, IndieWire, The New Yorker, The Filmmaker y Variety.