Hay muchos artistas cuyo apellido ha trascendido hasta convertirse en adjetivo, como Orwell, Sade, Maquiavelo y el escritor al que se ha dedicado este ambicioso biopic caleidoscópico, Kafka. A diferencia de su anterior acercamiento clásico al género biográfico, dedicado a Beethoven, en esta ocasión la veterana directora polaca Agnieszka Holland se entrega a la experimentación. Hay ruptura de la cronología y de la cuarta pared, collages visuales, metraje documental sobre el Museo Kafka, souvenirs y bares que rinden tributo al autor de La metamorfosis en el presente, saltos en el tiempo y recreación de sus escritos. El resultado es un homenaje coherente con la iconoclasia de su retratado, donde sus críticas socioeconómicas de entonces se espejan en la explotación turística actual de su nombre y la monetización de su legado.