París, 1835. Un joven Fryderyk Chopin triunfa estrenando sus obras maestras, centro de todas las miradas y los suspiros en los barrocos salones de la aristocracia, alma de las fiestas y divo de la noche decadente. Pero sus aires de tunante esconden algo: sus pulmones han empezado a sangrar, sabe que la parca acecha a la vuelta de la esquina y que solo componiendo alejará su fantasma. El cineasta Michal Kwiecinski, productor de películas de Andrzej Wajda como la nominada al Oscar Katyn, ofrece una visión ajustada a la realidad del talento y las pasiones del impredecible genio francopolaco del piano, casi una estrella del rock en pleno romanticismo. La fastuosa dirección de arte de una de las grandes superproducciones europeas del año luce en estas viñetas fieles a la personalidad dual del biografiado: volcánica y, en el fondo, temerosa del rechazo; de que la fiesta se acabe.