ROY ANDERSSON: COMO LA VIDA MISMA

ROY ANDERSSON: COMO LA VIDA MISMA

Su cine desconcierta e hipnotiza, da que pensar y obliga a la carcajada. Debutó con un taquillazo y se hundió con su segundo film. Pasó 25 años rodando publicidad y, al tiempo, puliendo el estilo con el que volvería al ruedo. Su último largo, 'Una paloma se posó sobre una rama a reflexionar sobre la existencia', ganó el León de Oro en Venecia y el Premio de la Academia Europea a la Mejor Comedia. Ahora, el #15FestivalSevilla recupera gran parte de su obra en un merecido homenaje.

"El ser humano es absurdo, estúpido, miserable. Y, al mismo tiempo, maravilloso". Roy Andersson (Göteborg, 1943) lo repite como un mantra en mil y una entrevistas, ya convertido, quizás a su pesar, en uno de los más afilados observadores y diseccionadores de la realidad que le, nos, rodea. Lleva cinco décadas rodando, aunque sólo ha firmado cinco largometrajes, un mediometraje y un puñado de cortos. Y, claro, más de 300 spots publicitarios, su verdadero campo de pruebas, el marco en el que creó y perfeccionó un estilo inconfundible, insólito, hipnótico. La trayectoria de este cineasta, quizás el más relevante de su país tras el inevitable Ingmar Bergman, no ha seguido los más tradicionales cánones: saboreó las mieles del éxito y el batacazo del fracaso muy pronto, sin solución de continuidad; se refugió en la publicidad, y allí encontró la luz, para acabar siendo un inesperado filósofo audiovisual.

 

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© Studio 24
Foto: Studio 24

 

Este año, el Festival de Sevilla homenajea a Andersson con una panorámica de su trabajo: se proyectará 'Una historia de amor sueca' (1970), su luminosa ópera prima, que fue todo un éxito de público y crítica, y, a la vez, su maldición, cuando ni unos ni otros le perdonaron apartarse del camino con su segunda película, 'Giliap' (1975), un estrepitoso desastre que le apartó de las agendas de los productores. Se podrán ver también un par de trabajos previos, el corto 'To Fetch a Bike' (1968) y el mediometraje 'Lördagen den 5.10' (1969), y otro cortometraje posterior, 'World of Glory' (1992). Y, claro, su descacharrante y amarga Trilogía de la Vida, formada por 'Canciones del segundo piso' (2000), 'La comedia de la vida' (2007) y 'Una paloma se posó sobre una rama a reflexionar sobre la existencia' (2015). Tres agudas, irreverentes y originales miradas sobre la condición humana, hijas de sus trabajos publicitarios.

 

 

Fue haciendo anuncios para compañías de seguros, automóviles, sartenes o líneas aéreas, donde depuró el estilo que le confirmaría como creador: con un sentido del humor absurdo e hilarante (entre sus influencias confesadas están Laurel y Hardy; a veces resulta inevitable pensar en los Monty Python, en Tati o, incluso, en los ZAZ), Andersson dibuja escenas que, aparentemente, tienen sentido por sí mismas. Casi siempre en largos planos fijos, con la cámara estática. Y dando tanta importancia al personaje que tiene frente a él como a los mil y un detalles del fondo, al segundo plano. Como una viñeta de cómic, mejor aún: como una pintura. Son habituales sus alusiones a la obra de artistas como Otto Dix o Pieter Brueghel. También lo son, otro de sus mantras, las que se refieren a sus tres cineastas favoritos: Vittorio De Sica (por 'Ladrón de bicicletas'), Luis Buñuel (por 'Viridiana') y Alain Resnais (por 'Hiroshima mon amour'). Eclécticas influencias (sumen a Samuel Beckett) para un cineasta perfeccionista hasta la obsesión, que abandonó el naturalismo por la abstracción, que pasó del neorrealismo al hiperrealismo.

Y que hará disfrutar al público de Sevilla de su particular filosofía de vida.

 

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