Jóvenes Programadores Moving Cinema - Sesión 4
En las viejas calles de Sevilla se escuchan las bicicletas cruzar los adoquines, las copas tintinear, las personas conversar y los pájaros trinar. En un recóndito lugar de la ciudad, apoyados en las paredes del pequeño Teatro Alameda, se encuentran unas pasiones con forma de personas. Se reúnen en círculo, con sus bolsos a juego, impasibles ante la idea de la tediosa decisión que deberán tomar hoy.
Al fin, abren las puertas del antiguo edificio, dejándoles entrar. Se dirigen a la sala cuyas paredes blancas son ya familiares y se sientan en círculo. La pizarra blanca se encuentra donde siempre, aún descansa, preparándose para todo lo que escribirán sobre ella durante la tarde. Tras varias conversaciones sobre cómo les ha ido la semana y sobre las últimas películas que han visto, llega el momento de empezar a debatir.
Todo el mundo es consciente de que solo van a poder elegir una de las tres películas que han visto en las últimas semanas para tener un coloquio con el director o directora de dicho filme. Nadie sabe cómo empezar, estas pasiones personificadas han adorado todas las películas, las tres han dado lugar a debates incansables sobre todas las capas que contenían esas imágenes en movimiento y han causado cientos de preguntas que desean poder lanzarle todos los directores. Finalmente, se decide empezar con una ronda que se detiene individualmente en cada persona para que puedan proponer su defensa sobre qué película elegir. Progresivamente, las opiniones vuelan y los argumentos caen, la ronda de defensas termina y el verdadero debate comienza. ¿Los peces, la jungla o la isla? Los corazones apasionados están divididos, el cariño envuelve a las tres opciones. La segunda y tercera película parecen ser las favoritas, pero eso no lo hace más fácil. La jungla les llega a la mente, despierta su curiosidad sobre todas las diferentes cuestiones que quieren hablar con los directores, el uso técnico es impecable, y todos quieren saber cómo consiguió esa perfección técnica en un lugar tan especial. La isla es cálida, les llega al corazón. La arena les ha entrado en los ojos y desean poder hablar con quien creó tal belleza visual.
Finalmente, tras idas y vueltas de una película a otra, un pequeño alzado de la primera, pero la vuelta a las dos favoritas. Lucha entre mente y corazón. Jungla o isla. El final de la sesión ha llegado, y las jóvenes pasiones no han podido aún decidir. El tiempo corre, y desean con toda su alma que tuvieran la posibilidad de poder tener la oportunidad de hablar durante horas con todos los directores. Pero esa no es la realidad, deben tomar una decisión.
Finalmente, después de vuelcos de corazones, bailes de argumentos y sensaciones interconectadas, por fin se toma una decisión.
Los jóvenes tendrán el honor de conocer y conversar con la dirección de la tercera película, con la isla.
Una ola de alivio proveniente de una isla lejana llena la sala. Puede que algunos sintieran más cariño hacia alguna de las otras dos películas, pero todos han quedado embelesados con la belleza de esas arenas negras y anhelan el futuro coloquio. Con los corazones divididos, envueltos en arena, sujetados por enredaderas y sumergidos en un profundo río, las jóvenes pasiones despejan la sala de paredes blancas. Están casados, pero deseosos de ponerse a trabajar en las cientos de preguntas que se mueren por hacer.
El sol está cayendo bajo las calles de Sevilla y la luna se alza, es luna llena esta noche. La misma luna que quien creó la tercera película puede ver, ¿la estará mirando al igual que las jóvenes pasiones, sin saber la gran noticia que le llegará en las próximas semanas? Quién sabe. Al fin y al cabo, la luna nos une a todas las almas de la tierra, no sería la primera vez que varias almas destinadas a conocerse buscan, al mismo tiempo, paz en el lejano satélite.
Lucía Relinque Ortigosa