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TRANS EUROPA EXPRESS

LA SECCIÓN ‘NUEVAS OLAS’ DEL FESTIVAL DE SEVILLA CONTINÚA SU INFATIGABLE Y POLIÉDRICA EXPLORACIÓN DE LAS IDENTIDADES (NACIONALES, COMUNITARIAS O INDIVIDUALES) EN UNA DOBLE SELECCIÓN –SUS HABITUALES APARTADOS CONSAGRADOS A FICCIÓN Y NO FICCIÓN– IGUALMENTE DIVERSA.

 

Hacia el final de El año del descubrimiento, de Luis López Carrasco, el sindicalista José Ibarra lanza una dura diatriba contra la Unión Europea, una Unión Europea que no tiene las mismas contemplaciones con Syriza que con Salvini. Su discurso es el de la impotencia y el desencanto, un malestar que se diría intergeneracional tras constatar que los esperados cambios a veces son a peor. Allá por 1986 Los Ilegales ya cantaban aquello de “Europa ha muerto”.


Las películas de ficción de la sección Las Nuevas Olas de este año no hablan de Europa con la misma claridad y contundencia que Ibarra, pero tampoco son capaces de transpirar un mínimo halo de optimismo, ni las que se centran en jóvenes ni las que tienen como protagonistas a adultos de mediana edad. Ello incluso cuando buena parte de estos cineastas son jóvenes directores o directoras con su primera o segunda película, pues en toda la selección de trece películas solo podemos constatar la presencia de un verdadero veterano, el húngaro Péter Gothár, quizás también el que se toma la crisis de sus protagonistas con más sentido del humor.

Tomando a Europa como sujeto, pero un sujeto que desborda las fronteras de la Unión Europea y llega hasta los confines continentales (Moscú y Estambul), podríamos trazar una divisoria entre las películas que se centran en la juventud y las que tienen como protagonistas a adultos ya asentados laboral o familiarmente, por más que algunas de estas presenten conflictos intergeracionales (precisamente la de Gothár, Seven Small Coincidences, pero también Conference o Honey Cigar). Y sería mucho decir que sus conflictos son verdaderamente adultos, si acaso se podría tratar de crisis de la media edad, como las que nos presenta la finesa Fucking with Nobody, de Hannaleena Hauru, a partir de un ataque de celos profesionales y una relación sentimental nunca resuelta, o los de Seven Small Coincidences, en la que la irrupción de una joven da al traste con la armonía de un matrimonio. La de Xhafer, el protagonista de Exile, de Visar Morina, es de otra índole y raya en lo grotesco: la
del inmigrante kosovar perfectamente asentado en Alemania que se cree víctima de una serie de ataques xenófobos sin percatarse de que el conflicto, en este caso, es más bien de clase y él está ya del otro lado. Porque, si hablamos de dramas verdaderos, serios, cuando no tragedias, estas solo saldrían a relucir en la griega Apples, de Christos Nikou, con esa sociedad atacada por una epidemia de amnesia y en la que interesa menos la parábola sobre la sociedad contemporánea que la desolación de un protagonista que ve en el olvido la única posibilidad de supervivencia; o en la rusa Conference, de Ivan I. Tverdovskiy, con su recapitulación sobre las consecuencias del ataque terrorista checheno al teatro Dubrovka, que dejó numerosas víctimas (más por el gas que utilizó la policía que por la acción directa de los terroristas) y muchos conflictos sin resolver, como el familiar que nos presenta la película.

 

Junto a Conference, que lo hace indirectamente, solo hay otros dos filmes que nos hablen del pasado. Uno es Honey Cigar, de Kamir Aïnouz, ambientada en 1993 y con esa Selma adolescente atrapada entre dos culturas, la argelina anclada en las viejas tradiciones, en particular en lo que respecta al rol de la mujer, y la francesa de sus jóvenes compañeros de estudios. El otro es Walden, que navega entre dos épocas, el presente (o más bien 2014) y 1989, el último año que pasó en Lituania la Jana protagonista, poco antes de que su país se independizase de la URSS. Pero Jana dejó algo allí que le imposibilitó volver en veinticinco años.

Sin ser nostálgicas, ambas cintas parecen albergar algún tipo de optimismo para sus protagonistas, aunque solo sea para llegar hasta aquí, a un 2020 pre-COVID. Los jóvenes de la turca Ghosts, de Azra Deniz Okyay, se organizan para protestar contra el gobierno, al tiempo que se manifiestan contra una sociedad ultraconservadora (en una escena, una de las protagonistas se está besando con su novio en una callejuela cuando un vecino los increpa por estar “follando” en la calle), mientras que los de la francesa Rascal, de Peter Dourountzis, intentan vivir al margen de la sociedad capitalista, a veces rebelándose contra sus condiciones de trabajo (el personaje de Maya, porque no podríamos incluir en esta categoría a Djé, el protagonista, un acosador y puede que también un violador). Ese ideal de vivir al margen de toda tutela es algo de lo que quizás solo puedan alardear los personajes de la alemana Naked Animals, de Melanie Waelde, o los de la serbia Oasis, de Ivan Ikic. En esta última los protagonistas son tres discapacitados intelectuales que viven en una institución desafiando los límites sentimentales que el sistema les ha impuesto. Los jóvenes protagonistas de Naked Animals viven ese momento de tránsito de la adolescencia a la vida adulta con una actitud que más que desesperanzada solo se podría calificar de nihilista.

 

LAS PELÍCULAS DE NUEVAS OLAS. FICCIÓN
 
APPLES

Christos Nikou

Grecia, Polonia, Eslovenia, 2020. 90 min

Una distopía que ya no nos resulta tan extravagante, un mundo asolado por una suerte de pandemia que desata amnesias repentinas y en el que Aris parece encontrar un antídoto contra su depresión, una forma de adquirir una ‘nueva identidad’, un modo de romper con el pasado. Como un Lanthimos más amable (el de Alps), en el fondo más Kaurismäki que Lanthimos, Christos Nikou retrata con tanta amabilidad como empatía la soledad de un hombre que lo ha perdido todo. La amnesia puede suponer el más perfecto antídoto, por más que las canciones que vienen del pasado lo puedan traicionar, del mismo modo que las situaciones absurdas acaban por volverse tan cómicas como en última instancia cotidianas. Una nueva normalidad de la que Aris preferiría no salir nunca.

 

CONFERENCE

Ivan I. Tverdovskiy

Rusia, Estonia, Italia, Reino Unido, 2020. 135 min

Una extraña monja alquila un auditorio para celebrar un memorial por las víctimas de la masacre del teatro Dubrovka, un acto que cada año pierde asistentes y que la confronta con los fantasmas de su pasado. La película de Ivan I. Tverdovskiy, tan solemne como recia en las formas, adopta la forma de un tríptico, con su centro ocupado por la larga ceremonia propiamente dicha, una sucesión de testimonios que nos devuelven a 2002 y que tiene algo de ritual forzado, de pieza teatral perfectamente orquestada, si bien su verdadero trasfondo es un drama familiar que nos habla de la impostura de ciertas víctimas. Conference va desvelando poco a poco sus misterios, los de su protagonista y los de una tragedia en la que no solo hubo víctimas y verdugos.

 

EXILE

Visar Morina

Alemania, Bélgica, Kosovo, 2020. 121 min.

Como si se tratase de un remake, o una suerte de variación, de The Square, de Ruben Östlund, el protagonista de Exile, un ingeniero químico de origen kosovar asentado en Alemania, convierte un pequeño conflicto en una cascada de malas decisiones que darán al traste con su acomodada posición, tanto familiar como profesional. Visar Morina respeta en todo momento el punto de vista de su personaje, que atribuye el acoso y los sabotajes que sufre a su condición de inmigrante, un posicionamiento objetivo y realista que rehúye todo efectismo psicológico, esa confusión entre realidad e imaginación que podría haber acercado su película, una retorcida y ambigua parábola sobre el racismo y la xenofobia, a los terrenos genéricos del suspense.

 

FUCKING WITH NOBODY

Hannaleena Hauru

Finlandia, 2020. 95 min.

“Esto no es sexo, es un manifiesto”, proclama la protagonista de Fucking with Nobody, Hanna, a la que interpreta la propia directora, Hannaleena Hauru. El juego de espejos es inevitable, la película dentro de la película, la filmación dentro de la filmación, la intérprete que se confunde con la cineasta. Su propuesta fílmica tiene mucho de parodia de las redes sociales, del porno feminista (de sus pretensiones) y de las comedias románticas: para redoblar el juego de cajas chinas, el coguionista y director de fotografía (Lasse Poser) es el eterno y pesado pretendiente de Hanna en la ficción, quién sabe si también en la realidad. Una sátira de Instagram, sí, pero que lo es tanto en su estética como en su narrativa fragmentaria y en su grado de autoexposición.

 

GHOSTS

Azra Deniz Okyay

Turquía, 2020. 90 min

Un trasfondo convulso: los continuos apagones que asolan Estambul, la continua llegada de refugiados sirios de la que se aprovechan ciertos propietarios de pisos y edificios, muchos de ellos al borde de la ruina, la amenaza terrorista, real o propagada por el estado. Todo ello en un solo día, el 26 de octubre de 2020 (un año después que la acción de Conference, exactamente), en el que se cruzan las vidas de varios personajes, particularmente tres mujeres de diferentes edades, pero que sufren de la misma inseguridad, laboral, política y social; cruces que a veces nos devuelven a un mismo punto de partida para, de repente, seguir a un nuevo personaje en esta tela de araña urbana en el que ninguna acción ni ningún gesto resulta gratuito ni queda impune.

 

HONEY CIGAR

Kamir Aïnouz

Francia, Bélgica, Argelia, 2020. 100min.

Una historia contada mil veces, la de un choque cultural. En este caso tenemos a Selma, diecisiete años, hija de inmigrantes argelinos, él abogado, ella ginecóloga, recién admitida en una escuela de negocios. Estamos en París en 1993, pero su familia vive a caballo entre Argelia y Francia, entre las férreas tradiciones morales del padre, esas que han dejado a la madre sin ejercer su profesión o que le imponen un matrimonio de conveniencia, y sus ansias de libertad, su despertar sexual. El trasfondo nos puede sonar a tópico, pero Kamir Aïnouz lo trasciende centrándose en Selma (Zoé Adjani), en ese rostro que en las sucesivas escenas sexuales lo expresa todo: sorpresa, dolor, curiosidad, placer, ira o, por fin, seguridad en aquello que se quiere y desea.

 

NAKED ANIMALS

Melanie Waelde

Alemania, 2020. 83 min.

Una película que quiere ser como sus personajes; o unos personajes que se adaptan como un guante a la puesta en escena, impulsiva, cortante, tan física que hasta podría ser calificada de violenta. Los individuos se golpean entre ellos, casi como una forma de saludo. Viven en un pueblo de provincias, reunidos habitualmente en el piso de uno de ellos, quizás el más frágil, el más necesitado de protección, pero sus relaciones parecen sostenerse antes sobre la fidelidad o un inquebrantable sentido de la amistad que sobre el cariño o la ternura, no digamos ya el sexo. Es el último año de colegio, el momento previo a una más que posible separación. Una época incierta, como la propia película, que no nos proporciona seguridades ni discursos morales.

 

NIGHT OF THE KINGS

Philippe Lacôte

Costa de Marfil, Francia, Canadá, Senegal, 2020. 93 min.

Una cárcel en Costa de Marfil, la MACA, un escenario real, en la que están encerrados los presos más peligrosos (y también Denis Lavant) y en la que rigen extrañas costumbres, ritos de poder e iniciación que comparten unos y otros. Allí llega el más joven e improbable de los internos que, si saber cómo, es nombrado nuevo ‘Roman’, el contador de historias. Pero no cualquier historia, sino una capaz de mantener la atención del resto de prisioneros durante toda la noche: una misión igualmente peligrosa. Así, este ambiente violento, de cuerpos cincelados por el ejercicio y la luz, se trasforma en un escenario de Las mil y una noches en el que una historia a lo Jacques Audiard puede de improviso trasladarnos al mundo de un Souleymanne Cissé (Yeleen).

 

OASIS

Ivan Ikic

Serb., P. Bajos, Eslov., B.-Herzeg., Fra., 2020, 122 min

Una historia de amour fou entre tres internos de un centro para discapacitados intelectuales, dos chicas, Maria y Dragana, y Robert, el chico del que se han enamorado. Dragana se mira el vientre y anuncia que está embarazada de Robert, pues entiende que el amor ha de traducirse inevitablemente en un hijo. La película nos va presentando uno a uno a los personajes, con sus historias cruzadas y un pacto que se expresa en esos brazos marcados por las numerosas cicatrices de los distintos intentos de suicidio. El romanticismo está ahí, en estos actos radicales, nunca en unas palabras vacuas. Y la película de Ivan Ikic no pretende en ningún momento ni edulcorar ni traicionar a sus personajes, se limita a ser solidaria y honesta con sus decisiones.

 

PA’TRÁS NI PA’ TOMAR IMPULSO

Lupe Pérez García

España, 2020. 90 min.

Una película que emprende dos caminos complementarios pero que tienen algo de contradictorio: llevar el flamenco a tierras argentinas y reencontrar un antiguo amor. Al mismo tiempo, la propuesta de Lupe Pérez García se debate entre el documental y la ficción y uno tendería a asociar el primero con el flamenco y la segunda con la historia sentimental, pero es muy posible que sea justo al revés o que nada sea ficción ni documental, al menos no como los conocemos. El viaje narrado por el film implica sucesivas paradas que nos sirven para conocer múltiples personajes, al tiempo que constatamos que no es la primera vez que la protagonista, Carmen Mesa, lo lleva a cabo, como si estuviésemos siendo testigos de un enésimo intento de reconciliación sentimental.

 

RASCAL

Peter Dourountzis

Francia, 2020. 95 min.

Más que un homeless, Djé (Pierre Deladonchamps) es un nómada, alguien sin domicilio conocido, pero que siempre encuentra dónde dormir, ya sea la casa de los viejos amigos o de los que va conociendo en el día a día. Hay algo de elección personal en ello, quizás también de obligación: existe algo muy turbio en su pasado y su actitud con las mujeres no invita al optimismo. Sabemos pronto de su capacidad de seducción, pero en la primera escena, para que no nos llevemos a engaño, Peter Dourountzis nos lo presenta acosando a una chica en el tren. Así seguirá toda la película (una suerte de remake de A bout de soufflé desprendido de su romanticismo y cinefilia) al menos hasta que encuentre a su Patricia, en este caso Maya (Ophélie Bau), su verdadera némesis.

 

SEVEN SMALL COINCIDENCES

Péter Gothár

Hungría, 2020. 105 min.

Con ironía, el primer rótulo nos alerta de que la película contiene fragmentos de varias composiciones de Béla Bartok, cuya música, según Péter Gothár, organiza la estructura de Seven Small Coincidences. Sin embargo, su concepto se define mejor con el estudio de Misi, el padre, tan atiborrado de libros que se diría una fachada barroca y en cuyo centro hay un armario que servirá para que su mujer, Gertrúd, profesora de canto, tenga sus primeros encuentros sexuales con Albán, esa chica salida de las aguas y que, como el visitante de Teorema de Pasolini, alterará el calculado orden familiar. Tan calculado que se diría un perfecto mecano en el que hasta la tostadora sabe cuándo ha de hacer saltar la tostada para beneficio del efecto cómico de la película.

 

WALDEN

Bojena Horackova

Francia, Lituania, 2020. 85 min.

Un misterio atraviesa esta película y se cuela por todos sus intersticios, por todo aquello que no nos cuenta. Lo que vemos en pantalla son dos historias que se complementan. En Lituania, en el verano de 1989, antes de marchar a estudiar a París, Jana acude regularmente con su novio Paulius a un lago que él llama Walden. Veinticinco años más tarde, Jana regresa por primera vez a su país y busca ese lago, que cuesta identificar con la felicidad. Aquel verano de 1989, con Paulius dedicado al tráfico de divisas, no parece que acabase muy bien pero dejó una huella en Jana que nunca asociaríamos con la nostalgia. Los diálogos son igual de elusivos y tienen algo de un elíptico desencanto romántico en el que se transparenta la mano de Marc Cholodenko.

 

 

por: Jaime Pena

Caimán Cuadernos de Cine. Noviembre 2020