Nueve Sevillas

LO QUE PARA NADA ESTABA ESCRITO EN EL FLAMENCO

El 9 de noviembre se ha abierto con Nueve Sevillas, película que participa en la sección Las Nuevas Olas No Ficción. Gonzalo García Pelayo (Madrid, 1947), cineasta de culto y productor musical de algunos discos míticos del rock andaluz, y Pedro G. Romero (Aracena, 1964), investigador versátil y fuera de moldes, se ponen juntos tras la cámara para celebrar el flamenco y buscar sus esencias en el arte y el pensamiento actual. “Lo que más me gusta de lo que ha quedado en la película”, ha dicho Romero, “es lo que para nada estaba escrito, aquello que surgió rodando y ni siquiera sospechábamos al comenzar”. García-Pelayo ha contado su habitual forma de trabajo y cómo se ha encontrado con la de su colega en la dirección: “Suelo decirle al equipo que no corten hasta que yo se lo diga, incluso aunque la escena parezca haber concluido. Pero, sin que yo fuera consciente, Pedro les tenía dicho que tampoco cortasen ahí”.

La película parte del cartel que Romero hizo para la Bienal de Flamenco hace dos años y que generó “un tumulto” en la ciudad, pero ya en ese diseño fue fundamental la conexión con la obra de García-Pelayo y, en concreto, su film Vivir en Sevilla (1978): “Es una verdadera obra maestra de la contracultura de aquella época”, ha afirmado Romero. “La estructura libérrima de Nueve Sevillas remite a aquella película, aunque la ensalada ha cambiado. Por desgracia esta lleva más vinagre de Módena y menos de Jerez”, ha bromeado, asegurando que el guion estuvo listo en apenas 15 días y que lo demás fue fruto de una serie de “maravillosos accidentes durante el rodaje, como la aparición de Curro Romero”.

En este documental ficcionalizado “sobre lo que ahora es el flamenco” ha pesado mucho, según García-Pelayo, la aportación de Romero en cuanto a la elección de los artistas filmados (de Israel Galván a Rocío Márquez, Rocío Molina y Silvia Pérez Cruz, entre muchos otros) y los temas musicales elegidos. No obstante, según el creador y pensador onubense ha sido la complicidad entre ambos la responsable del resultado final: “En el proceso, yo pensaba en cómo rodaría él Vivir en Sevilla hoy. Se convirtió en un diálogo muy interesante porque no estábamos pensando tanto en términos de lenguaje; creábamos situaciones donde Gonzalo era el personaje que servía de hilo conductor, de alguna forma”.

Un retrato noctívago y viviente de las muchas Sevillas posibles, al que García-Pelayo otorga un tono provocador y transgresor: “Me parecía bien hacer una película que no gustara en Sevilla, tiene que haber cierta tensión dialéctica”, ha comentado al respecto, aunque los codirectores han afirmado que la “voluntad polifónica” hace que el amor por la ciudad también esté muy presente. “Es una película que le debe todo a Sevilla”, ha asegurado Romero, para el que también está presente un cierto tempo de la ciudad en “el andar de la Semana Santa”, cuya iconoclastia ha estudiado a fondo e “inunda toda la película”, como cuando suena la marcha procesional Ioné. “Todo el mundo sabe, excepto quizá los actuantes, que la Semana Santa está llena de elementos profanos”.

El codirector también ha hecho mención a cómo el cineasta Isaki Lacuesta percibió el film como “hecho en contradicción. La paradoja es clave en todo mi trabajo, y hay cosas que funcionan solo por mera superposición. Por eso creo que, aunque el tiempo pase, esta película nos seguirá hablando”. También ha resaltado la forma en que luce la creatividad de los artistas en Nueve Sevillas: “Sus cuerpos reaccionaban de otra manera con las cámaras, daban más de sí, algo que me ha fascinado aunque estoy muy acostumbrado a trabajar en las artes performativas. Me llamó la atención porque desmiente la supuesta artificiosidad de la captación de imágenes”.