El año del descubrimiento

INCENDIOS EN PLENA FIESTA Y VIDAS EN SINCRONÍA

El Festival de Sevilla estrena en nuestro país El año del descubrimiento, viaje hacia la contradictoria España de 1992 que se mueve en torno a la no ficción y el ensayo

El certamen también acoge la prèmiere española de El arte de volver, protagonizada por Macarena García

Dos películas españolas tienen su estreno nacional en el marco del Festival de Sevilla. Uno de los títulos más esperados de la Sección Oficial es El año del descubrimiento, nuevo largometraje de Luis López Carrasco (Murcia, 1981) que llega a Sevilla tras cosechar premios en Rotterdam, Jeonju o Cinéma du Réel, donde encabezó el palmarés. Tras su celebrada El futuro, el director y guionista quería desplazarse hacia “ámbitos temáticos diametralmente opuestos, no sabía si lo rural, la periferia urbana o los barrios industriales”. En ese proceso de búsqueda, se interesó por la reconversión industrial de los años 90, pero fue “el recuerdo de ver con 11 años el Parlamento de mi comunidad autónoma, Murcia, ardiendo” lo que le condujo a esta película.

Una imagen que según el cineasta “nadie recuerda”, vinculada a la revuelta de obreros de Cartagena y La Unión, en el mismo año en que estamos en pleno subidón celebratorio con los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla”. López Carrasco, fundador del influyente colectivo Los Hijos, ha explicado que este contraste le hizo “problematizar el recuerdo que nos hemos dado como sociedad sobre lo que significaron esos eventos. Hay algo muy contradictorio, que creo que se arrastra hasta la actualidad, en que una parte de la población esté pegándose la fiesta de su vida mientras que para otros territorios (Cartagena, pero también Gijón, Sagunto, Puerto Real, Ferrol...) los 90 fueron la época de mayor desesperación”. Además, ha recordado, el incendio del parlamento murciano ocurrió en la semana en que se firmaba el Tratado de Maastricht. Más contrastes.

La idea inicial era reconstruir las historias de aquel 1992 en el interior de un bar. Pero, en este caso, el trabajo de documentación y entrevistas sobre la época y la elección del reparto —personas reales— han ido casi en paralelo. López Carrasco se basó sobre todo en el testimonio y la ayuda de José Ibarra, historiador que estaba escribiendo un libro sobre aquella crisis industrial, quien les presentó a otros compañeros sindicalistas de la época. “Ahí nos dimos cuenta de que los queríamos como algo más que una fuente”, señala el cineasta, que ha usado material de vídeo doméstico y lo ha ambientado todo en aquella época: desde el espacio y el atrezzo a los propios protagonistas, caracterizados como si de nuevo vivieran en ese momento histórico, “aunque lo que cuentan son sus historias reales. Buscaba conectar dos crisis, la de 1992 y la de 2008, a través de las historias personales de quienes las habían vivido. Me interesaba esa sensación de amigüedad temporal en la que no se sabe qué sucede en una época y qué sucede en la otra”.

El coguionista de El año del descubrimiento, Raúl Liarte, ha admitido que el de esta película “no fue un proceso de investigación al uso. Sí comenzó recopilando experiencias que sirvieran de base a posibles escenas de ficción, pero luego, el propio proceso se acabó transformando de alguna manera en la película. Llegados a un punto, consideramos que nuestro ingenio como guionistas nunca estaría a la altura de las experiencias de gente que ha vivido la reconversión industrial, la resistencia al franquismo, las luchas por la insumisión o contra el servicio militar. Creíamos que era necesario que ellos mismos se narrasen”, ha expresado.

Retomando relaciones congeladas

La sección Historias Extraordinarias, que el Festival de Sevilla estrena este año como contenedor de narrativas íntimas e historias humanas, acoge el estreno en España de El arte de volver. Única película española presente en el último Festival de Venecia, se trata de la ópera prima de Pedro Collantes (Madrid, 1984), una historia donde la vuelta a sus orígenes de la protagonista, después de unos años viviendo fuera, la lleva a afrontar una serie de reencuentros. “No es autobiográfica, pero sí que habla de una sensación abstracta que conozco bien”, ha comentado Collantes, quien vivió varios años en varios países como Noruega, Holanda y Japón, antes de regresar a España. “Te ves obligado a poner en sincronía la vida y retomar las relaciones que han quedado como congeladas en el tiempo, buscándoles un nuevo significado”.

Macarena García (Ventajas de viajar en tren, La llamada), ganadora de un Goya, interpreta aquí a una actriz que retorna a casa tras seis años buscándose la vida en Nueva York. “Su carrera y su personalidad son muy diferentes a las mías, pero me identifico en muchos aspectos, como la dificultad de encontrar tu lugar en el mundo o ser consciente de que tienes que encargarte tú de que las cosas cambien”, ha afirmado. La intérprete madrileña ha destacado que el suyo es “un personaje muy bien escrito, el de una mujer rota que lleva años buscando su camino y pasa por un momento muy duro, aunque pueda parecer lo contrario”.

García ha contado que analizó el guion durante muchas horas. “Es una película donde se habla mucho, pero donde casi todo sucede detrás de esas conversaciones. Aunque en apariencia sean charlas mundanas, para mí era importante mostrar lo que a mi personaje le pasaba por dentro. El guion me emocionó por ese motivo, todos los personajes dejan vislumbrar ese algo más que no es evidente”.

Guionista y montador además de realizador, con una amplia carrera como cortometrajista, Collantes ha hecho referencia a la limitación del arco temporal en que se desarrolla la historia, apenas 24 horas. El hecho de ser un proyecto financiado gracias al programa Biennale College de Venecia ha motivado que se trabajase “desde lo micro, la contención, rodando en pocos días. Por eso dimos con la clave de contar este relato a través de una serie de encuentros largos o duólogos. Al final, juntos acaban formando una visión caleidoscópica del personaje de Macarena. Me gusta que se la haya definido como una heroína imperfecta, ya que de alguna forma siempre está renegociando la mirada sobre su vida a través de la de los otros”.