Abel Ferrara

ABEL FERRARA, EL REY DE NUEVA YORK

Tras su visita del pasado año, en el que presentó Tommasso, Abel Ferrara es uno de los protagonistas de la Sección Oficial del 17 Festival de Sevilla con su nueva película, Siberia

Abel Ferrara (Nueva York, 1951) es una leyenda del cine independiente norteamericano. Excesivo, retorcido, oscuro, extremo, su nombre llegó a la cima con títulos como El rey de Nueva York (1990), Teniente corrupto (1992), The Addiction (1995) o El funeral (1996). Instalado desde hace unos cuantos años en Roma, alejado de la noche, de las drogas y de los peajes de su ciudad natal, Ferrara sigue siendo el mismo cineasta genuino e inconformista, aunque su conversión al budismo parece haberle llevado a un cine más espiritual y metafísico, y no tan dependiente de las entrañas.

En su último film, Siberia, que forma parte de la Sección Oficial del Festival de Sevilla, propone un viaje al fondo de la mente del personaje protagonista, al que da vida su ya actor fetiche Willem Dafoe, en una colaboración traducida en otras cinco películas (Tommaso, Pasolini, 4:44 Last Day on Earth, Go Go Tales y New Rose Hotel). Aprovechamos la presencia de su film en la programación del festival para rascar en las muchas entrevistas concedidas por Ferrara y desgranar, en seis declaraciones, las claves de su trabajo.

EL CINE

“Un director de cine nunca es independiente del todo. No soy un jodido poeta que se expresa en una hoja en blanco ni estoy pintando un cuadro. Un cineasta debe tener una visión muy clara de lo que quiere y cómo conseguirlo, porque el cine es ante todo un trabajo colectivo. Necesito a los productores, a los actores y al equipo técnico. Hacer una película nunca ha sido fácil. Pero por otro lado, el cine es expresión pura, libertad. La pureza de la expresión que conecta a la gente. Se trata de buscar un equilibrio entre tu visión y el trabajo de tus colaboradores. Mis rodajes son un caos controlado. Intento mantener la energía y rodar rápido, estar preparado para el momento, aprovechar la inspiración, no tener miedo al fracaso. Cuando el momento llega, somos como músicos de jazz, sabes que lo que hagas no se va a repetir, así que tienes que hacer que funcione. Es un momento de gran disfrute espiritual y no me gusta que nadie lo interrumpa”.

Abel Ferrara

 

PELÍCULAS MUY PERSONALES

“Uno hace películas sobre las cosas que conoce, y supongo que te conoces a ti mismo mejor que a cualquier otra cosa. Dicen que, si quieres cambiar el mundo, lo mejor es ponerse ante el espejo y empezar con lo que se refleja. Así que me digo que si quiero filmar el mundo también debo empezar con la persona del espejo. Si un director es capaz de filmar una película que no refleje su estado de ánimo debe de ser un genio, porque yo, desde luego, no entiendo cómo puede hacerse eso. Todas las películas que hago son muy personales. No hay una que esté por encima de las demás en este sentido, porque todas están registradas desde mi realidad. Es una cuestión de honestidad. Por otro lado, me encanta jugar con los géneros. Te dan una estructura a la que puedes apegarte fácilmente y también guían al espectador: una peli de gángsters, una de terror, una del oeste… Yo hice una de vampiros, The Addiction, y precisamente la gracia es su eficacia para ser impactante: mezcla la fábula de quien es capaz de alimentarse de la sangre de otros y el hecho de que alguien muera siendo joven y hermoso”.

LAS DROGAS

“Le di poder a la cocaína, al alcohol, a la heroína. Y no podía hacer nada sin consumir. Me costó muchísimo tiempo salir de ahí. Esa cosa me estaba matando. Estuve en un centro de rehabilitación, y supe que había expulsado las drogas de mi vida cuando cumplí los 40 días limpio. Como los 40 días que Jesús caminó por el desierto. Durante ese tiempo no pude dormir más de cinco minutos. Había consumido desde los 16 años, había mucho que sacar de mi sistema. Un día pude dormir… y me desperté nueve horas después. Estábamos en una granja, así que podía escuchar el canto de los pájaros y el sonido de la naturaleza temprano en la mañana. Y me sentí tan jodidamente bien que me asustó muchísimo. Me desperté sin resaca, sin sentirme enfermo. Sentí que volvía a tener 15 años, y que estaba limpio. Supongo que estoy vivo de milagro y dejar las drogas me ha cambiado profundamente. También es cierto que sin tomar drogas quizá no habría hecho muchas de mis películas, que eran parte del modo en el que yo vivía, y el modo en que vivía era estar bajo la influencia del alcohol y las drogas duras. Así que no puede separarse una cosa de la otra. Quisiera haber estado sobrio antes, pero no puedo cambiar el pasado, ni vivir con remordimiento. He dejado todas mis adicciones, excepto la de rodar, de esa no puedo prescindir”.

Siberia

 

LOS INICIOS

“No diría que fui ejemplar yendo a clase. En ese momento de tu vida no estás realmente preparado para ser educado en un aula, estábamos más centrados en hacer películas y en verlas, no necesariamente en ese orden. Un montón de idiotas conducíamos hasta Nueva York e íbamos a ver películas todo el día. Yo era un chico de 19 o 20 años que ya pensaba que era un cineasta de primera. Pero no sabía una mierda. Había conocido a Nicholas (St. John, su guionista habitual hasta El funeral, en 1996) a los 14 años: yo era un niño suburbano tonto. Nací en el Bronx, pero crecí en Peekskill, que era como el límite entre los suburbios y el campo. Él también era de esa parte de la ciudad. Escribía, pintaba, tocaba la guitarra. Nos enseñó que podías alguien creativo sin estar conduciendo coches, ligando con chicas. Llegamos a hacer una película porno juntos, así comencé en el cine, dirigiendo Nine Lives of a Wet Pussy  (firmando con el pseudónimo Jimmy Boy L). Era una oportunidad de aprender y meterme en el oficio. Era la única forma de que gente como nosotros, que nacimos fuera del sistema, pudiéramos abrirnos ventanas, ya que no se nos abrían las puertas. Nicholas era cristiano creyente, no bebía, no consumía drogas, y cuando comenzamos a ganar dinero en los 1980 yo comencé a perder el control. Aún más en los 90. En un momento dado dijo basta. Se alejó cuando estaba en la cima de su poder adquisitivo, nunca se trató de dinero para él. Para mí tampoco, pero este negocio simplemente ya no tenía nada que ofrecerle”.

LOS ACTORES DE FERRARA

“Me he entendido bien con intérpretes como Harvey Keitel, Christopher Walken, Lily Taylor o ahora Willem Dafoe. Mi trabajo siempre ha sido darles confianza para que puedan estar seguros de que todos les respaldan, que sepan de qué trata la película, que confíen en nosotros para darlo todo. Pero no nos engañemos, todos ellos ya eran geniales antes de que les conociera. No les abrí ninguna puerta. Simplemente les di los personajes correctos. La mayoría de las veces, simplemente se trata de encender la maldita cámara y permitirles hacer lo que saben. Sé que son estrellas de cine, y la gente les adora y ganan mucho dinero, pero cuando llega el momento decisivo, la cámara les enfoca a ellos, tienen toda la presión. Ahora dicen que Willem es mi musa, y sí, pero es más cosas: mi cómplice, mi vecino, el padrino de mi hija. Estamos creativamente conectados”.

Siberia

 

DE NUEVA YORK A ROMA

“Antes, Nueva York era un lugar al que podías llegar sin un dólar en el bolsillo y encontrarte a ti mismo. Durante muchos años fue el mejor lugar para un artista. Actualmente es un sitio en el que es imposible instalarse a no ser que tengas una fortuna. No me interesa ese ambiente venenoso de Manhattan y detesto ser acosado por jóvenes que sueñan con ser estrellas de cine. La ciudad fría y aséptica Nueva York del siglo XXI no me sienta tan bien como la ciudad en que crecí en los 70 y 80… La Nueva York sucia y violenta de los 80 era un mejor lugar para vivir, más creativo. Al menos yo lo pasaba mejor. Tal vez había más violencia y más sangre, pero lo prefería. Ahora vivo en Roma, y la ciudad es guay. No hay presión económica, es fácil sobrevivir, la gente es amable. La ciudad es bellísima. Roma es cultura. Y además tengo claro que cuanto más me alejo de mi país, más seguidores encuentro, más aprecian mi trabajo. No me preguntes por qué, pero así es la dura realidad”.