El director debutante ha estado acompañado por los productores Julieta Sánchez y Carlo D'ursi.

Federico Schmukler: "En Argentina vivimos inmersos en una crisis que nunca termina"

En diciembre de 2001, la crisis argentina está a punto de estallar. Felipe, hijo de padres separados, tiene 13 años y vive con su madre en Córdoba, mientras que su padre reside en Buenos Aires. Los adultos se hallan inmersos en las presiones económicas y políticas del país y el chaval se siente incomprendido, así que huye constantemente de casa y sueña con dejar de ser pequeño para tomar su propias decisiones. Este es el punto de partida del debut como director del argentino Federico Schmukler, Felipe, cuyo estreno mundial se ha producido esta mañana en el Festival de Sevilla.

“El origen de la idea surge en 2017, justo antes de un proceso electoral, que en Argentina son bastante convulsos. Me vinieron a la mente mis memorias de adolescente de 2001 y sufrí la sensación de que en mi país vivimos inmersos en una crisis que nunca termina”, se ha remontado el realizador novel en la rueda de prensa ante los medios, en la que ha estado acompañado por los productores Julieta Sánchez y Carlo D'ursi.

Su película es un coming of age ambientado en el verano porteño, con ecos del cine de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, de los que admira su manera de filmar y la denuncia social en su filmografía. Pero si hay una obra que el largometraje homenajea es Los 400 golpes (François Truffaut, 1959) con una ambientación y un plano similares a este clásico de la nouvelle vague que son un guiño a la audiencia.

La película homenajea el clásico de la nouvelle vague 'Los 400 golpes', de Truffaut.

En el largometraje iniciático resuena hoy el reciente resultado electoral en el país andino, donde ha resultado vencedor a Javier Gerardo Milei. “Cuando empecé a escribir la película no imaginaba que fuéramos a acabar con un gobierno de ultraderecha. El resultado me preocupa tanto en sentido cultural como por la pérdida de derechos prometida por el presidente electo. Estoy bastante asustado. La reflexión se hace evidente: la realidad de 2001 me lleva a lo que puede pasar en mi país ahora, 23 años después. No obstante, Argentina está lleno de grises, no es blanco ni negro, como en mi película, donde no hay buenos ni malos, sino que todo el mundo hace lo que puede. Estamos viviendo con cierto sentimiento de sálvese quien pueda, pero hay bondad. Argentina es un país adolescente en términos de edad y de proceso histórico. Estemos viviendo este cambio para poder madurar. Siempre hay esperanza”, se ha extendido el realizador.

El director guatemalteco Jayro Bustamante ha ejercido de productor de la ópera prima.

Schmukler es un director y guionista que ha trabajado como asistente de dirección y script en múltiples largometrajes, series de ficción y cortometrajes en Argentina, Francia, España y Guatemala. En el país centroamericano ha colaborado como asistente de dirección en Temblores (2019), La llorona (2019) y Rita, actualmente en postproducción. Las tres películas son obra del cineasta guatemalteco Jayro Bustamante, quien ejerce, precisamente, de coproductor de esta ópera prima.

“Siempre trabajamos horizontalmente. Tratamos de nutrir la narrativa desde una colaboración -ha dicho Federico al respecto de su prolongada relación profesional-. En esta ocasión, no siento que haya cambiado nuestra forma de abordar la película, cambia la historia y el país de filmación”.