La película fue todo un exitazo en el Festival de Cine de Sevilla, colmado de cariñosos aplausos tras la proyección en el Cartuja Center. A través de la siguiente conversación, el cineasta gaditano cuenta la orientación que ha incorporado en su nueva obra, un trabajo conjunto con amigos y colaboradores.
¿Cómo surge este proyecto?
Cuento con la experiencia de haber realizado documentales biográficos de iconos nacionales como el dedicado a Camarón, pero en esta ocasión se trata de ficción, que es lo que más me gusta. Mi primer largo de ficción fue El Universo de Óliver, un proyecto en el que contamos con el productor malagueño José Alba. Cuando terminamos la película, ya estábamos pensando en cuál podía ser la segunda. Él, en ese momento, estaba leyendo las memorias de Gila, así que me lo comentó y hablo con la hija de Gila: Malena. Nunca se había hecho una ficción sobre la vida del cómico. Me la leí y coincidimos en que lo mejor de la historia era, precisamente, lo que descubrí durante aquella lectura: que él estuvo verdaderamente en la guerra. A partir de ahí empezamos a construir un guion del Gila joven, viviendo la tragedia más grande que ha vivido España: la guerra civil… para después convertirse en esa persona que nos hizo reír a través de chistes sobre la contienda.
¿Has sentido miedo a la hora de elegir el casting?
En el caso de una película de esta envergadura, con un protagonista tan grande, las distribuidoras y productoras siempre van a querer que haya una estrella, alguien que atraiga a los inversores. Sin embargo, mi apuesta fue lo contrario: vamos a hacer Gila de joven y nadie sabe cómo era, porque todos lo hemos conocido ya mayor; entonces ¡encontremos a un actor desconocido que tenga el espíritu de Gila dentro! Y eso costó encontrarlo: buscábamos un talento descomunal para liderar esta película y entonces apareció Óscar Lasarte; su esencia y humanidad están presentes en toda la película. La confianza entre nosotros es total, permitiendo trabajar la mezcla de la comedia con el drama. Al ser la primera vez que le dirigían, porque proviene de la magia y la comedia en vivo, se ha movido en una dinámica auténtica y natural. Aparte, hay que sumar el elenco de actores que hay alrededor: Natalia de Molina, Carlos Cuevas, Salva Reina, Vicente Romero… son actores de primer nivel, muy generosos, todos están ahí para elevar al protagonista.
¿Tuviste algún contacto con Gila cuando ésta aún vivía?
Yo era niño en los años ochenta y recuerdo que salía muchas veces en televisión. Mis padres y mis abuelos veían su show. La imagen de ese hombre con el teléfono y el casco de militar, diciendo la famosa frase que pregunta por el enemigo, pidiéndole que se ponga y que atrasen el ataque porque es la hora del fútbol… me hacía mucha gracia. Creo que es algo icónico, de nuestra cultura española. Gila es un personaje que trasciende la historia de España, la cultura del siglo XX, y que todo el mundo, sea más joven o más mayor, conoce de alguna forma. Esto es lo que a mí me atrajo de este personaje: contar parte de la historia de España a través de él.
¿Crees que es posible que algunos españoles se sientan más identificados con la figura de Gila que con la bandera?
Seguro: ha habido anuncios que han usado a Gila como unión de todos o como algo transversal a la sociedad española. Por otro lado, el tema de los dos bandos, el enfrentamiento, es inherente a la cultura, algo que todavía arrastramos y que no está resuelto. Es un tema de actualidad ya que la España sigue dividida y la guerra, por desgracia, continúa. El humor de Gila contiene un trasfondo muy grande y una crítica a la guerra, algo que yo he intentado reproducir en la película: que sea un film antibelicista y que veas a unos chavales sufriendo en un conflicto.
¿Cuánto te has querido librar o involucrar ideológicamente en la película?
Tengo mi forma de ver el conflicto, pero en la película, por honor a Gila y a lo que ocurrió, no he querido involucrarme. Una película sobre la guerra civil sí tendría que haberlo hecho, pero esto es una fábula sobre una guerra, podría ser la guerra civil o podría ser cualquier guerra. Es inevitable dejarse llevar porque Gila es de un bando: nuestro punto de vista es el suyo. Aparecen los republicanos nombrando muchas veces a los fascistas como esos monstruos que vienen y nos van a matar. Es inevitable pensar que le metieron en un campo de concentración y que ese campo de concentración es de los ganadores. Pero con esas cosas jugamos en un tono de fábulas y que cada uno piense libremente.
Elena Rosado