RAQA
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Crítica de Raqa

Raqa, la última película dirigida por el también productor Gerardo Herrero, es un thriller de espionaje que no se limita a provocar una sensación constante de aventura, sino que utiliza la misión de sus personajes centrales para mostrar la realidad del terrorismo desde el interior del Estado Islámico.

El film es la adaptación al cine de la novela La historia prohibida del Sáhara español, del periodista Tomás Bárbulo. Durante el coloquio y la rueda de prensa en el festival de Sevilla, Gerardo Herrero contó, junto con la guionista Irene Zoe Alameda, su interés por la investigación sobre los asuntos de la formación de la Yihad, los esfuerzos de lectura de diversas novelas negras saharauis, el contar con historiadores del ámbito concreto del ISIS y los paseos por mercadillos buscando pistas de aquella realidad con la suerte de topar con fotografías… tienen como resultado una obra completa que sigue la ética “muéstralo, pero no lo cuentes”.

La trama gira en torno a una figura que nunca se llega a mostrar, el jordano, un cabecilla del ISIS que es objeto de localización exacta de ambos espías. Estos, a los que Mina El Hammani y Álvaro Morte dan vida, pertenecen a dos bandos opuestos y complementarios: el estadounidense y el soviético. Tal como apunta el director, Raqa muestra la realidad en la que conviven las naciones y no impide la incomodidad. Unas historias, cada una mostrando la soledad del espía, que se desarrollan paralelamente y en cierto momento se unen. Es la muestra de humanidad lo que hace cruzar los caminos, todo por el cuidado de la salud de un tercer personaje, Muna, al que da vida Sara Hwidar con 14 años. El padre de ella - Abdelatif Hwidar- no solo es actor en la película, sino que fue además el responsable de idiomas: todo un reto, ya que se emplean diferentes lenguas, como el árabe clásico, el árabe ceutí, el egipcio…

El largometraje desafía lo establecido por su inusual apuesta de doble protagonista. Se desarrolla un juego dual, ambos son víctimas y verdugos en su debido momento, con intensidades invertidas. A través de sus ojos cuentan una historia compleja que toca muchos temas políticos y económicos, y que se enriquece de las dos subtramas. Por un lado, la realidad femenina, la explotación de mujeres como un medio de reclutamiento y opresión. Por otro, el tráfico de arte que, no solo financia la guerra, sino que es símbolo de saqueo cultural. Sugiere preguntarse cómo algo tan bello como es el patrimonio artístico, puede ser convertido en una moneda de cambio para hacer la guerra. O cómo la maternidad se limita a la aportación de nuevos soldados.

La proyección durante el Festival de Cine de Sevilla fue un éxito. Podemos esperar mucho de su estreno español el 22 de noviembre. Una película que no se consiguió grabar in situ, en la propia ciudad de Raqa, pero que se exhibirá por Oriente Próximo. Eso sí, nos muestra imágenes reales del día del bombardeo, que el director y los productores han conseguido obtener de la CCN y que, para saciar nuestra curiosidad y colmarse de realismo, nos muestran al final del film.

Elena Rosado