“Ni siquiera podemos hablar de lo que es verdad; esa es parte de la angustia”, citan a Samuel Beckett las notas de producción de This Life of Mine, a concurso en la Sección Oficial de este 21 Festival de Sevilla. Fallecida en julio de 2023, poco después del rodaje de esta última película (y de haber aparecido en Anatomía de una caída), la directora y guionista —desde 1990— Sophie Fillières se inspiró en el (sin)sentido existencial del padre del absurdo para entregarnos un film personalísimo y emocionante, más allá de los sentimientos que provoca la conciencia de que fue su despedida cinematográfica. “Ya cuando lo leí por primera vez me pareció un guion conmovedor”, asegura la productora Julie Salvador (Las malas hierbas y Coeurs, de Alain Resnais).
Aunque, a su parecer, en todas las películas de la cineasta francesa había algo de ella misma, esta era una película “mucho más íntima y próxima a su propio carácter”. Lo curioso es que, aunque buena parte del reparto estuvo formado por personas cercanas que contribuyeron a aportar esa sensación de intimidad, Fillières decidió ofrecer el papel de su alter ego en esta autoficción a una actriz a la que no conocía personalmente, la gran Agnès Jaoui (César honorífico 2024): “Doce horas después de haberle enviado el guion, nos dijo que sí”, recuerda Salvador. “La conexión entre ambas fue evidente, y creo que lo que funcionó muy bien fue justamente el hecho que no se conocieran, porque Agnès construyó su personaje sin tener en cuenta la personalidad de Sophie. Aunque esté enteramente ahí, hubo una transformación”.
Según cuenta la productora francesa, eso sí, Fillières acordó con Jaoui varias decisiones estéticas nada habituales, para garantizar la fidelidad de esa figura de ficción respecto a la suya propia, sentirla suya. “Sophie le prestaba sus propios anillos y Agnès se los devolvía al finalizar la jornada de rodaje. Además, le propuso la idea de no maquillarla en absoluto y así la acabó filmando, sin añadidos, con la intención de lograr una película muy epidérmica, en la que el espectador se sintiera muy cerca de la protagonista”, explica Salvador, quien recalca la enorme implicación de Jaoui en un proyecto tan singular y, por qué no decirlo, raro. Una naturalidad y una vulnerabilidad que transmite su interpretación. “La suya ha sido una contribución formidable, porque no todos los actores están dispuestos a mostrarse delante de la cámara con esa desnudez”.
La inolvidable protagonista a la que ambas dieron forma es Barbie Bichette, que en plena crisis de los 50, lidia como puede consigo misma, sus circunstancias y su forma algo desquiciada de actuar: “En realidad, retrata a una mujer en la que todas podemos vernos reflejadas, una mujer que podemos ver cada día, en cualquier país; una mujer que es el rostro de la vida misma”, señala la productora del film aludiendo a su título original en francés (Ma vie, ma gueule), que tiene difícil traducción (algo así como Mi vida, mi morro o mi jeta) pero que es muy significativo por hacer referencia, de un modo bastante crudo, a su espíritu desfachatado. Alguien que la conoció tan bien como es su hijo, el actor y cineasta Adam Bonitzer, comenta que para su madre era importante esa connotación algo negativa, pero también poética, de una obra “egocéntrica” que muestra “su cara menos agradable”, sus contradicciones y vergüenzas.
La presencia de Bonitzer no es baladí más allá del testimonio personal, pues su madre les pidió a él y a su hermana Agathe que terminaran la película junto a sus colaboradores más cercanos. “Les dijo que teníamos el mismo norte que ella en nuestra brújula, y que éramos los que estábamos en un lugar mejor para que la película pudiera finalizarse de la forma más cercana a su idea”. Junto al montador del film François Quiqueré, sus hijos recibieron indicaciones de Fillières, ya estando hospitalizada, “algunas muy precisas y otras más sobre el tono general que buscaba; por ejemplo, no quería mucha presencia de la música, y las transiciones debían ser muy secas y directas. Pero la transmisión de ese legado para darle fin a su película fue confiada, dulce y serena”, explica su hijo.
Ese legado es el que nos deja en This Life of Mine, una película honesta, vitalista y sorprendente por su mezcla de tonos, una obra que “seduce porque no quiere seducir”, según la define Bonitzer. Su productora alaba la capacidad de Fillières desde su condición de autora: “Nunca he leído guiones tan bellos como los suyos, con tanta facilidad en la escritura, esa combinación de fantasía, ligereza y absurdo junto con temas trascendentales como la muerte. Sus guiones tienen una mirada poética poco habitual; de hecho, decía Agnès Jaoui que lo había leído como una obra literaria, y es así, contiene maravillosas asociaciones de palabras”. La de este film, concluye Salvador, “es una historia delicada, divertida y también agitada, disconforme con las convenciones, de una gran libertad”.
Querríamos finalizar esta crónica con unas palabras de la añorada cineasta, aunque no pudiese estar en el estreno en España de esta obra: “Con esta película me gustaría revelar una figura entrañable, con la que podemos identificarnos en nuestras aspiraciones y nuestros miedos, nuestra alegría y nuestro coraje de poder vivir, y nuestra maldición de tener que morir algún día, nuestra doble cara. Y que podamos decirnos como ella, al menos por un momento: Existo. Aquí estoy”. Gracias por este regalo, Sophie, y hasta siempre.