El Último Vikingo

EL ÚLTIMO VIKINGO: LA COMEDIA NEGRA COMO ESPEJO DE LA SALUD MENTAL

 

Corría el año 1995 cuando Lars Von Trier y Thomas Vinterberg decidieron cambiar las normas del juego. Rechazando la falsedad del blockbuster hollywoodense, nació el Dogma 95. Fue un nuevo movimiento del lenguaje cinematográfico más puro que nunca, un auténtico compromiso con la crudeza de su nueva puesta en escena. Fue esta obsesión con obtener la esencia del cine lo que llevó a sus creadores a imponer reglas muy estrictas sobre cómo hacer una película.

Anders Thomas Jensen se dejó influir por ellas, pero nunca terminó de comprar el paquete ideológico al completo. Según sus contemporáneos, hay que rechazar la música añadida; el director danés no está por la labor. En su nueva película El último vikingo (2025) la banda sonora baña un largometraje que basa su razón de ser en la comedia absurda. Thomas Jensen conduce a sus personajes -sublimes los actores Nikolaj Lie Kass y Mads Mikkelsen- por todo tipo de surrealistas interacciones en una trama enmarcada por los conflictos familiares e interpersonales. Quizás la puesta en escena no sea la más rompedora de su filmografía como en Hombres y gallinas (2015) o Jinetes de la justicia (2020), pero los grandes planos generales regalan escenas hermosas. El cineasta deja a un lado su faceta fílmica para vestirse de pintor, regalando planos de un esteticismo que pareciese pintado al óleo sobre los bosques de Dinamarca. 

La comedia negra y el drama se fusionan a la perfección con descabelladas conversaciones. Los protagonistas son representados con poco respeto, reflejando sus escasas virtudes y múltiples defectos. Los traumas -mostrados mediante flashbacks de composición onírica- son tratados con un humor exquisito lleno de excesos y violencia física, in crescendo según avanza la obra. El realizador nórdico trata de mostrar una de las verdades más dolorosas de nuestra era: nadie está realmente cuerdo del todo. Ya sea por identidad disociativa, ataques de ira o un ego desmedido; todos tenemos nuestras taras mentales y, por ende, nuestros propios chistes al respecto.

Los personajes secundarios resultan profundamente carismáticos, mientras que las referencias musicales son exquisitas. El mayor punto débil de la película son los planos realizados en interiores. Son poco artísticos, dirigidos mayormente al avance de la trama y sin florituras, sin deleite visual para el espectador. Dicho aspecto negativo se perdona con el prólogo y el epílogo, elaborados con animación: dos obras de arte tanto en forma como en mensaje. Ambos fragmentos, realizados con una estética impecable, son un cuento nórdico que pretende transmitir la metáfora base que da vida a la obra. ¡Y vaya si lo consigue!

Julio Olmo