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MÁS TÍTULOS, MÁS FICCIÓN Y MÁS ESTRENOS

 

Una notoria subida en el número de obras seleccionadas, una mayor apuesta por la ficción y la oportunidad de contar con numerosos estrenos absolutos marcan este año el apartado de Largometrajes de Panorama Andaluz. La sección refleja el buen pulso que mueve al audiovisual de la comunidad, con producciones y coproducciones que atraviesan géneros y registros muy diferentes: de la comedia romántica al realismo postapocalíptico; del ensayo poético y político a la cartografía visual. Y desde su diversidad los contenidos de Panorama convergen y dialogan quizá más que nunca con los de las demás secciones del Festival. 

Entre los estrenos absolutos encontramos varias ficciones, como por ejemplo Segunda oportunidad, de Álvaro de Armiñan. Con un reparto en el que destacan, entre otros, Gary Piquer, Cuca Escribano y Rosa María Sardá, se trata de una crítica comedia social que cuenta el retorno de su protagonista al pueblo andaluz en el que nació, así como su intento de reinventarse con un arriesgado negocio de venta de marihuana para usos terapéuticos.

A partir de una novela de Pedro Andreu que él mismo encajaba entre Mad Max, la obra de Camilo José Cela y Tierra, de Médem (una definición que también le cuadra al filme), Antonio Donaire debuta con El secadero, un áspero drama que a lo largo del metraje irá revelando su trasfondo postapocalíptico. Sorprende su voluntariosa tentativa de explorar nuevos territorios narrativos y estéticos sin renunciar a cierta iconografía local muy bien fotografiada.

 

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El almeriense Ángel de Haro estrena también su ópera prima, Try, una historia de amistad sobre los moldes de la comedia romántica. Rodada en Nueva York, mantiene en foco casi de forma continua a sus dos jóvenes protagonistas, interpretados con gran desparpajo por Ana Loig y Sergio Moral. El cuidado formal con el que se abriga su militancia indie hace posible el milagro de revisitar con frescura la capital cinematográfica por excelencia y dos temas clásicos: el vértigo del paso a la edad adulta y el compromiso en las relaciones personales.

En la Gala RTVA, tendremos la oportunidad de ver Jaulas, de Nicolás Pacheco, director sevillano que debuta también en el largo con esta historia de liberación producida por la experimentada Maestranza Films. Su realismo deformante y a ratos mágico remite a algunas obras de Emir Kusturica o Javier Fesser. Y ese acertado y muy logrado extrañamiento hace que la película respire y la dota de una atractiva identidad.

Otro sevillano, Jesús Ponce, tendrá este año en Panorama Andaluz una inédita presencia doble, con otros dos estrenos absolutos: el largo de ficción La primera cita y el documental La última toma. En el primero, Ponce afronta “un drama amable y una historia de pareja y recuerdos”, en sus propias palabras. Y se apoya en la fidelidad a un reparto con el que ha conseguido los mayores hitos de su carrera, encabezado por Isabel Ampudia, Sebastián Haro y Mercedes Hoyos.

 

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La última toma, por otra parte, rastrea la vida, la obra y la personalidad del cineasta andaluz Claudio Guerín. Ponce se sitúa a ambos lados de la cámara, ya que conduce también las muchas entrevistas que van componiendo la figura en puzzle de Guerín, notable renovador del audiovisual español en el último tramo del franquismo, compañero de generación de Víctor Erice o Pilar Miró, entre otros, y mito prolongado por su temprana muerte en un accidente de rodaje.

Jesús Armesto regresa al Festival con Los burgueses de Calais. La última frontera, un documental que ahonda en su preocupación por cuestionar las divisiones culturales y geográficas. Se acerca en él a un terrorífico no-lugar en el que se encarna la crisis humanitaria de los refugiados, la “Jungla” de Calais, al norte de Francia. Y lo pone en relación con la memoria histórica de esta ciudad francesa y en concreto con el célebre suceso protagonizado por sus burgueses en el siglo XIV, al comienzo de la Guerra de los Cien Años.

Con una fascinante fotografía en 4K, el debutante Manuel Blanco traza en Al sur del sur una cartografía visual y sentimental que documenta la conexión entre paisaje y paisanaje en un territorio, la Bahía de Cádiz, que sufre desde hace décadas los embates de sucesivas crisis económicas. La tierra, el mar y los esteros que durante mucho tiempo han alimentado de forma sostenible a los habitantes de esa zona son así los protagonistas directos de esta obra que también se podrá ver por primera vez en el marco del Festival.

La búsqueda, dirigido por Mariano Agudo y Daniel Lagares, sigue la línea clara de denuncia social que ha ido marcando Intermedia Producciones desde sus inicios. En este caso, se fijan en el conflicto vivido durante dos décadas en Perú entre el Estado y Sendero Luminoso. La guerra y sus secuelas quedan perfiladas así aquí a través de tres historias personales muy significativas.

El viaje de Rubén Darío por varias provincias andaluzas en 1902 inspira Tierras solares, debut en la dirección de Laura Hojman. Y la poesía del autor nicaragüense, referente del modernismo literario, impregna desde la fotografía a la banda sonora este bello relato testimonial en el que se van hilvanando las recreaciones interpretadas por actores con las entrevistas contextualizadoras.    

Aunque también propone un abordaje audiovisual desde un sesgo que podríamos considerar poético, La España profunda (de Ortega Gasset a Rocío Jurado), dirigida por Isaías Griñolo, apuesta por un lenguaje más ecléctico y conceptual, cercano al ensayo fílmico. A partir de la obra de Juan de Ávalos, escultor del polémico Valle de los Caídos, Griñolo plantea una reflexión sobre la memoria histórica, abriendo un par de interrogantes muy concretos: ¿Qué debe ser recordado y cómo? Las posibles respuestas encuentran voz en el territorio especulativo de la poesía.

Fiel también al ensayo y a su particular vocación videoguerrillera, otra habitual del Festival, María Cañas, trae en esta ocasión La cosa vuestra. Se trata de un mediometraje que establece cierto paralelismo con una obra suya anterior (La cosa nuestra) para volver sobre la denuncia humorística contra la tauromaquia y contra el abuso de poder en general, desde argumentos animalistas y feministas vehiculados a través del diálogo surreal entre múltiples retazos de la cultura popular audiovisual.

 

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Se suman un año más a la sección las obras galardonadas en Imagenera: 23 disparos, de Jorge Laplace, primer premio, y Por qué la sal, de Nicolás Cardozo, segundo premio. Laplace plantea en su primer largo un acercamiento a uno de los episodios más silenciados y traumáticos de la Transición en Andalucía: la muerte del joven malagueño Manuel José García Caparrós el 4 de diciembre de 1977, en una histórica manifestación a favor de la autonomía andaluza. Y lo hace combinando ciertas claves estéticas de género con un estricto rigor testimonial. El corto Por qué la sal es, por su parte, un valioso rastreo sensorial por unas salinas de la costa almeriense, fundiendo las texturas del paisaje con el tiempo mismo en su paso por los contados seres que habitan la zona.


LOS MÚLTIPLES CAMINOS DE LA FICCIÓN Y LA NO FICCIÓN EN EL CORTOMETRAJE

En el apartado de Cortometrajes a concurso, Panorama también suma este año más títulos que en ediciones anteriores y presenta en su muestreo del audiovisual autonómico una mayor diversidad, una mayor apertura a los formatos híbridos y una cierta tendencia a explorar los amplísimos territorios de la no ficción sin dejar de cultivar la ficción.

Directores ya presentes otros años incluso con largos participan ahora con propuestas breves. Ese es el caso, por ejemplo, de José Luis Tirado o Mateo Cabeza. El primero plantea en Madre santa puta una revisión de los roles atribuidos a la mujer en las escrituras sagradas, en clave de performance flamenca. El segundo trae Puesto 93, sencillo y conseguido retrato en dos planos de una vendedora callejera y su contexto más inmediato. 

Otros dos habituales de las últimas ediciones que regresan son: Alonso Valbuena con El penalti, la odisea urbana de un actor en paro en busca de un trabajo ‘alimenticio’, rodada con una irónica distancia documental; y Carlos Rivero con Los terrores de Lydia, ficción en blanco y negro que conecta con otras obras suyas a partir de un enigmático naturalismo que deja al espectador muchas claves abiertas al tiempo que consigue transmitir una tensión interpretativa llena de sugerencias emocionales.

 

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Daniel Zarandieta estrena Ley de vida, intenso thriller doméstico de alta factura en el que se despliega el gran oficio tanto del director como de su protagonista principal, Luis Callejo. Tanto Boyplay, de Édgar Burgos, original relato escolar con numerosas resonancias del cine de género, como Todos mis padres, de Bernabé Rico, encantadora comedia social protagonizada por un bebé abandonado, muestran una excelente factura y un vibrante pulso narrativo.

Habrá espacio para la animación con dos obras que utilizan la 2D de forma muy diferente: Prudence, deliciosa joyita minimalista de Concha Alonso que narra una historia de pérdida y búsqueda; y Cazatalentos, elaborada pieza de José Herrera sobre el encuentro en el mítico París de los cabarés entre un viejo productor de espectáculos y una bailaora que guarda un secreto muy especial.

Entre las propuestas más arriesgadas queda por ejemplo Bovinas ovinas (1-7), de Bruno Delgado Ramo, exploración en Super8 del mundo de las ovejas, sus alimentos y los productos derivados de su crianza. O After work, de Manuel Palma, imponente propuesta videoartística que pone en juego tanto un uso magistral del espacio de representación como un notable diseño sonoro.

Rocío Morato, Bruno Ojeda y Alejandra Perea concursan con otras tres propuestas que se mueven en ámbitos muy dispares de la no ficción pero comparten un cierto anclaje en la inmediatez formal del registro doméstico. La primera, con Las casas que nos quedan, un valiente retrato de familia que deja flotando preguntas muy pertinentes sobre los cuidados o sobre la misma institución familiar. El segundo, con Mirar, breve e incluso divertido ensayo sobre la acción que le da título y sobre las relaciones entre el sujeto que mira y lo observado. La tercera, con Victoria, un seguimiento cómplice a la protagonista y sus rituales de amistad y fiesta, tan comunes y a la vez tan singulares en el proceso desprejuiciado que nos la va revelando.

Sin encajar tampoco en los cánones del documento clásico, Mirada al caos, de Castro Lorenzo, es un vistoso acercamiento a la obra del fotógrafo Manuel Ibáñez y consigue integrar de manera perfecta su obra en el propio flujo visual del corto. El videopoema Paralysis, de Berta Fernández, escoge la apertura conceptual y el soporte de un texto en off para explorar desde la poesía cuestiones amplias como la identidad o la imposibilidad de la compañía. Y Hotel Royal Co, de Paula Villegas y Rakesh B. Narwani discurre entre el fashion film y cierto preciosismo que remite al cine de Wong Kar Wai para mostrar el encuentro entre tres arquetípicos personajes femeninos.

Afirmados en una ficción un tanto onírica concurren Candela y Domesticado, las propuestas de Jonathan Martínez y Juan Francisco Viruega, respectivamente. La primera, una simpática historia de protagonistas infantiles en la que una niña sueña con llegar a ser bailaora flamenca. La segunda, una tragedia rural de semilla lorquiana en la que sobresale una espléndida fotografía (en formato cuadrado) que sabe exprimir el paisaje y las sobrias interpretaciones.

Solo de trompeta, de Bernabé Bulnes habla de la soledad, el amor, el olvido y el paso del tiempo con una gran contención y un personaje principal muy bien llevado por Gregor Acuña-Pohl. Y Nacho no conduce, de Alejandro Marín, resuelve también con un sólido dominio de la narración y la dirección de actores una trama de amistad y secretos.

El miramiento, de Fany de la Chica, aborda desde una ficción muy fresca el polémico valor de la virginidad en las bodas gitanas. Y la selección a concurso se completa con El prenauta, de Elías Pérez, drama de época que recupera la historia del legendario marino onubense Alonso Sánchez, del que se cuenta que llegó a América antes que Colón.   

Fuera de competición, podrán verse otras tres propuestas de metraje corto: la comedia romántica y musical Plástico planchado, de Antonio J. Luque; el drama rural Campo, de Manuel Soriano, que obtuvo el año pasado el Premio al Mejor Proyecto en el concurso convocado por la Universidad de Sevilla y el Festival de Cine Europeo; y el documental Coplas mecánicas, de Hugo Espejo, que sigue el proceso de creación de dos de los referentes actuales de la heterodoxia flamenca: Israel Galván y Francisco Contreras, ‘Niño de Elche’.