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DOS HISTORIAS DE PERSONAJES FEMENINOS QUE BUSCAN LA REDENCIÓN EN EL TERCER ‘CAFÉ CON…’

Las directoras de Piccolo corpo, Laura Samani y Anatomía, Ola Jankowska han presentado en las secciones Historias extraordinarias y Revoluciones permanentes sus primeros largometrajes de ficción

 

Sevilla, 08 de noviembre de 20210.- La tercera jornada de “Un café con…” ha tenido como protagonistas a las directoras de Piccolo corpo, Laura Samani y Anatomia, Ola Jankowska, dos películas cuyo eje de unión son personajes femeninos que buscan, de algún modo, la redención a través de la catarsis. La primera es una misteriosa fábula feminista que se estrenó en la Semana de la Crítica de Cannes y ahora se proyecta en la sección Historias extraordinarias. La segunda, un collage que retrata el encuentro de una mujer con sus fantasmas del pasado. La cinta debutó en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Venecia y ahora el público sevillano podrá verla en la sección Revoluciones permanentes, en el marco de la 18ª edición del Festival de Sevilla.

 

Un viaje de redención por las montañas

En Picollo corpo, su directora, Laura Samani toma como punto de partida una leyenda del siglo XVI que nos sitúa en la frontera con Eslovenia y Austria. según esta, si un niño moría sin ser bautizado, éste podría revivir el tiempo suficiente para ser bautizado y no pasar la eternidad en el limbo. Agata, la protagonista de Piccolo corpo, es conocedora de la historia, y no duda en emprender un viaje por las montañas para encontrar ese lugar donde hallar paz tras la muerte de su bebé.

La cineasta ha señalado en la charla que la idea de recorrer un largo trayecto le sirvió para profundizar sobre la pérdida y el luto. “Es una historia sobre la fé, pero relacionada con la esperanza”, ha explicado.

Para conseguir su propósito, Mitja Ličen, directora de fotografía, decidió seguir a la protagonista con una cámara al hombro, para que de esa forma el espectador pudiera viajar con los personajes. Por otra parte, el rodaje de la película, que transcurre en primavera, sufrió varias interrupciones debido a la pandemia, pero pudo retomarse con unas condiciones climáticas similares. “Tuvimos mucha suerte porque paramos varias veces, pero cuando nos tocó grabar no tuvimos nieve”, recuerda.

El lenguaje también juega un papel importante en la película. La directora italiana ha explicado que en el largometraje se hablan diferentes idiomas: “Hay tres dialectos de italiano: el veneciano, que viene de la parte de la laguna; el friulano, que es un idioma que tiene su propia gramática y el kárstico, que es una variación que se practica en las montañas y  también algo de esloveno.” Samani ha señalado que en la zona de montaña italiana que está cerca a Eslovenia, los autóctonos hablan su propia lengua. “Ellos normalmente tienen que traducir a nuestro idioma lo que piensan”, ha finalizado.

 

Un collage de emociones no resueltas

La película de la directora polaca Ola Jankowska, Anatomia, también reflexiona sobre la pérdida. En la cinta, “la protagonista va a un lugar donde puede hacer su duelo”, ha explicado la cineasta y añade: ”Es una película sobre el final de algo pero no sobre el luto, explora el hecho filosófico de lo que significa que las cosas acaben y cómo podemos proyectar la idea de que algo esté pero después no, que haya amor y después no”. En este caso, la cineasta afirma que no se centra tanto en la historia como en las emociones.

La protagonista, Mika, regresa a Polonia para visitar a su padre a quien no ve desde hace 20 años. Esta experiencia supone para ella un carrusel de recuerdos que la obligan a enfrentarse a un pasado que creía olvidado. “Quería que la película no fuese un proceso intelectual sino orgánico. Rodamos durante un par de años, en diferentes partes, lo que supuso una época importante de cambios y esta película lo refleja. A la protagonista, Karolina Kominek, no le tuve que dirigir mucho en el set, ella estaba ahí y cada día lo entendía.  Al final no tenía que decirle nada.”, ha recordado la directora.

Esta complicidad entre directora y actriz se debe, según ha contado la cineasta, a que ambas son casi vecinas. “Pasamos mucho tiempo juntas bailando y escuchando música, fue un proceso muy corporal. Quería que estuviese en esa sensación sin mostrar nada, que fuese algo documental”, relata la directora. Es más, para que se metiera en su papel, le pidió a su madre que fuese al rodaje: “Su presencia cambió como se comportaba en la escena y el hecho de que viniese desvinculada del mundo del cine fue algo que algo muy profundo”, asegura.