Gagarine

DESPEGAR DEL EXTRARRADIO

La película francesa Gagarine se ha presentado en el Festival de Sevilla como una original fusión de fantasía espacial y crónica de resistencia social

Fanny Liatard y Jérémy Trouilh debutan en el largometraje con Gagarine, título que forma parte de la Sección Oficial del Festival de Sevilla y que es una de las películas nominadas a los Premios del Cine Europeo. La historia, sobre un joven con vocación de astronauta (Yuri) que se ve obligado a defender del derribo el bloque de viviendas donde ha habitado toda su vida, está inspirada en el edificio —real— que da nombre al largometraje, que los cineastas conocieron a su llegada a París. “Aquel edificio de ladrillos rojos era como una nave espacial”, ha explicado Liatard. “Llegamos para grabar un documental y nos enamoramos de esta barriada que iba a desaparecer. Eran sus últimos años de vida y queríamos compartir algo con la gente del barrio, desde una mirada asociativa. Por eso están en la película, delante y detrás de la cámara”.

De hecho, la película presenta un reparto híbrido que reúne a actores profesionales y amateurs, gente de la propia zona. Pero tanto como los personajes, importa en este relato el peso de las Torres Gagarine, convertidas en protagonistas en esta historia sobre la conquista del espacio, en este caso arquitectónico. “Recorrimos esa zona durante años, pudiendo explorar hasta el más mínimo rincón. La idea de transformarla en una nave proviene de lo que pasa por la cabeza de Yuri”, ha comentado Liatard. Para su compañero en la dirección, la película ha representado un reto “entre lo onírico y el realismo. Yuri es heredero y héroe de todo ese espacio, y progresivamente ha de refugiarse en su imaginación a medida que el barrio peligra. Por eso el elemento fantástico va in crescendo”.

Gagarine

 

En ese viraje hacia el cine de ciencia ficción, se inspiraron en títulos clásicos que van de Solaris a Blade Runner, trabajando mucho en la luz para tener una visión distinta de la realidad. “El objetivo era transformar ese escenario real con toques de magia. Queríamos situar la fotografía entre la ingravidez y el hundimiento al que se ven abocados”, ha dicho Trouilh, que ha mencionado también la obra de Léos Carax como influencia para este proyecto. “Nos encanta su forma de observar la ciudad, los cuerpos, esa mirada que es capaz de poner distancia con la realidad”.

Un acercamiento a los géneros que contrasta con la vertiente social de Gagarine, también muy presente al estar ambientado en esta barriada del extrarradio parisino. La pareja de directores, que empezaron estudiando juntos Ciencias Políticas para, después de varios viajes y experiencias artísticas, dedicarse al cine, entregan una visión humanista en este relato de resistencia ante la desintegración de la vida en comunidad. “Queríamos dar un enfoque distinto al que está tan extendido en Francia sobre estos barrios, basado en estereotipos de violencia y drogas”, señala Liatard. “Yuri está mandando un SOS sobre ese tipo de zonas, él encarna a una juventud que quiere buscar un futuro e ir más lejos de lo que les parece destinado”.