En el terreno de lo fílmico aún siguen vigentes debates que no terminan de extinguirse, cuestiones que dividen la reflexión cinematográfica y establecen una jerarquía de valor que permite clasificar las películas. Explicaba el crítico Jordi Costa en su libro Películas clave del cine de animación que “la animación no es un género, es un medio, un lenguaje, una forma de expresión: otro cine capaz de albergar todos los géneros, todos los registros temáticos, discursos simples y complejos”. Sorprende, por tanto, que aún hoy sean tan pocas las cintas de animación que formen parte de los festivales de cine generalistas, quedando confinadas en certámenes específicos del formato. Solo unos pocos autores (nombres como Ari Folman, Wes Anderson o Mamoru Hosoda) han conseguido trascender en los últimos años esa suerte de apartheid cinematográfico.
Consciente de esta realidad y coherente con esa concepción de la animación como técnica al servicio de la representación de la realidad, de escritura fílmica, la presente edición del Festival de Cine de Sevilla contará con seis títulos animados diseminados a lo largo de sus distintas secciones. Así, las cintas My Love Affair With Marriage, de Signe Baumane y Le Pharaon, le sauvage et la princesse, de Michel Ocelot, competirán dentro de la Sección Oficial (la de Ocelot, además, inscrita también dentro del apartado Europa Junior), batiéndose en pie de igualdad con algunos de los creadores más relevantes del panorama cinematográfico actual. En su último largometraje, Baumane se sirve de una contraposición de figuras en 2D sobre un fondo tridimensional para explorar la construcción de la identidad y los roles de género. Una búsqueda que recorre por episodios el proceso de socialización (o más bien, de heteronormativización) y las rigurosas y canónicas etapas por las que toda mujer supuestamente debe pasar. La realizadora compone cuatro mundos distintos a partir de otras tantas técnicas, lo que intensifica los contrastes y las diatribas de una identidad en construcción, de un universo que no se limita al ámbito biológico, cultural o social, sino a la intersección entre todos ellos.
Por su parte, Ocelot, responsable de títulos tan notables como Azur y Asmar (2006) o Dilili en París (2018), vuelve de nuevo a inscribirse en el territorio de la fábula, de los cuentos, de las leyendas populares a partir de tres historias relatadas por la figura de un narrador contemporáneo. El antiguo Egipto, la Francia medieval y la Turquía del siglo XVIII son los escenarios de unos relatos cuya mirada optimista no se circunscribe única mente al amor romántico, sino que se extiende a cuestiones de mayor calado como son la bondad, la honradez o el esfuerzo. Siluetas recortadas al estilo de Lotte Reiniger, figuras hieráticas y unos escenarios bidimensionales con una profusión ornamental en los fondos son algunos de los elementos más característicos del estilo visual de Ocelot, rasgos de una narración fantástica, improbable, soñada, en la que encontrar refugio ante un presente desvirtuado y desmoralizador.
Dentro de la sección Las Nuevas Olas Ficción se darán cita tres obras heterogéneas en sus planteamientos formales y discursivos, que comparten una preocupación por las heridas abiertas del pasado. Se trata de cintas de espíritu libre que destacan por su originalidad, por su capacidad para desafiar los límites de la ficción. Así puede entenderse Blind Willow, Sleeping Woman: como un desafío. La película, que adapta seis cuentos de Haruki Murakami, imagina el Tokio inmediatamente posterior al terremoto y tsunami que sufrió Japón en 2011. Entre lo real y lo imaginario, atravesando la puerta de lo fantástico, Pierre Földes cuestiona los parámetros de lo posible desde lo formal, valiéndose de la técnica de la rotoscopia, pero también desde lo narrativo, introduciendo elementos mágicos dentro de la cotidianidad, de lo que es esencialmente trivial. También con este espíritu inclasificable se presenta The Island, el último largometraje de Anca Damian (Las vidas de Marona), un musical surrealista en clave simbólica que reinterpreta el mito de Robinson Crusoe y lo adapta a la crisis del presente. Al igual que en sus trabajos anteriores, Damian encuentra en la mezcla de distintas técnicas y estilos (una combinación de la animación tradicional, la acuarela, el collage, el 3D y la superposición de recortes) la forma de ilustrar la locura y la épica de una epopeya. La búsqueda del paraíso se transforma en la alegoría que representa al actual ser humano en perpetuo estado de paranoia, consumido y preso de sus deseos; en definitiva, náufrago de su propio destino. En The Island el sueño y la desgracia comparten el tiempo y el espacio, creando una dimensión propia en la que se amontonan y entremezclan lo cultural, lo religioso, lo moral, lo social y lo histórico como parte de un pasado que parece condenado a repetirse. Por su parte, José Miguel Ribeiro aborda la forma en que la Guerra Civil de Angola trasciende su tiempo y condiciona y determina la vida de tres generaciones de mujeres atrapadas en su lamento, en su aniquilación, en su miseria. Contada en tres tiempos, Nayola es esa herida por la que sigue corriendo la sangre. Por eso el rojo intenso e incandescente es el elemento principal de una puesta en escena que hace del trazo el grito violento que subyace en esta sociedad. Lo cromático y lo tonal acompasan el cambio de escenarios y de tiempos que se produce, transiciones que revelan una asimilación, un nuevo estado, un cambio de lucha.
Tanto Nayola como The Island estarán presentes además en la sección Cinéfilos del Futuro, donde también se podrá ver la película de Nuno Beato Los demonios de barro (presente aquí y en el apartado Historias Extraordinarias). Una obra que escarba en la memoria, en el legado, en aquello que moldea la identidad desde lo artesanal y lo manipulativo. Como si se tratase de una declaración de intenciones, Beato acompaña el relato (sobre una joven que regresa de la gran ciudad a sus raíces rurales) con una transición desde la animación digital al stop motion. Es una demostración del compromiso absoluto que la fisicidad de imagen tiene con la historia de reconexión que está contando. Y así, a partir de una decisión formal (una de tantas que dan forma a la puesta en escena de estas seis películas), surgen un sinfín de reflexiones que permiten entender que, efectivamente, la animación va más allá de la técnica para erigirse en una forma de mirar y escribir con las imágenes: de hacer del trazo una caligrafía de la realidad.